Salta: murieron una beba y un nene wichí ¿Por qué?

por Estefanía Santoro
Fotos: Cruz Roja Argentina
12 de enero de 2024

Un niño de un año y una beba de pocos meses murieron de gastroenteritis en el  Departamento de Rivadavia. La falta de agua potable es solo una de las problemáticas estructurales que padece la población. ¿Qué responsabilidad tiene el Estado provincial de la mortalidad infantil en Salta? 

Te invito a que te imagines esta escena: Es Enero, estás en Salta, más específicamente en Coronel Juan Solá, estación Morillo, cabecera del Departamento de Rivadavia. El termómetro marca 48 grados, sol pleno. A tu alrededor no hay árboles que den sombra. A unos metros de la casita de chapa donde estás parando hay un pozo de agua que no es apta para el consumo, tampoco hay agua de red. La ciudad más cercana está a 20 kilómetros, no hay transporte, caminar bajo el sol no es una opción, ni tenés vehículo. Entonces no queda otra, llenás un bidón de agua en el río más cercano, aunque sabés que el agua está contaminada, la tomás igual. Te enfermás.

¿Te imaginás? Por suerte no sos wichí, ni vivís en Morillo, solo estás de vacaciones. Volvés a tu hogar, recibís atención médica y continuas con tu vida donde el agua no escasea y es potable. Lxs niñxs del Chaco Salteño no cuentan con la misma suerte que vos, porque las comunidades originarias viven a diario la desidia del gobierno provincial de Salta. Esta es la cara más cruel del racismo que existe en nuestro país. Cada enero lxs niñxs wichí son noticia porque sus cuerpitos no resisten a la malnutrición y a la falta de agua potable, con un sistema de salud ineficiente. Sin controles y sin alimentación saludable llegan a los hospitales deshidratados y con problemas gastrointestinales. ¿Por qué?

En el Departamento Rivadavia los hospitales son de menor complejidad, por lo cual se convierten en sistemas sanitarios de paso para derivaciones a los centros de Tartagal, Orán o Salta Capital, dependiendo cuál quede más cerca y el servicio que se precise. Otra de las falencias es que los hospitales de esa zona es que solo tienen uno o dos médicxs para atender cuatro localidades, lo que representa a una población de alrededor de 15 mil familias, en zonas donde todas las problemáticas se agravan cada verano. El racismo institucional mata de muchas maneras, esta es una de ellas.

 

Miente, miente, que algo quedará

Armando Ruiz es presidente del Concejo Deliberante Rivadavia Banda Norte, cada verano recorre Morillo y se encuentra con la misma situación: "Lamentablemente el fallecimiento de niños en Salta se repite cada año y muchas veces la gran mayoría son niños de las comunidades originarias pero, también, comunidades criollas. Siempre estoy discutiendo y renegando por la falta de control que hay también de parte del Ministerio de Salud. Hace unos días escuché a la subsecretaria de Medicina Social de Salta, Gabriela Dorigato, decir que están haciendo todos los controles y que están entregando los bolsones de alimentos, pero hay muchas falacias en lo que dice. Yo camino la zona, hablé con muchas de las personas que viven acá y nadie está recibiendo ningún alimento, salvo cuando ya están en una situación muy crítica. Hace más de ocho meses que no se están entregando los bolsones focalizados, que son para los chicos que están en riesgo por bajo peso. Tampoco les están dando leche, que sí daban los años anteriores, ni se hacen controles en los domicilios con los agentes sanitarios. Visité a una familia que tiene un niño con problemas de bajo peso y crecimiento y me dijeron que hace cuatro meses que no va ningún agente sanitario. Hice el reclamo y sigo sin respuesta".

Hace más de ocho meses que no se están entregando los bolsones focalizados, que son para los chicos que están en riesgo por bajo peso.

Las familias que viven en los parajes están muy alejadas de los hospitales de las ciudades, algunas viven más de 20 kilómetros de distancia y no cuentan con transporte propio, en este sentido Ruiz explica: "Hay salitas en la zona que no tienen nada, solamente un cartel que dice ‘puesto sanitario’, pero no hay nadie atendiendo. Si hay un reclamo aparecen las ambulancias, pero al día siguiente desaparecen. Hace varios días estoy solicitando informes de los casos de fallecimiento de los dos niños wichí y no me los dan, me inventan excusas. Cuando hablo con las familias y conociendo el tema, sé que hay muchos chicos con problemas de alimentación. Acá hay 1.800 parajes, en cada uno hay dos o tres casas. En esta zona hay alrededor de 300 familias sin acceso al agua potable, entonces el municipio tiene que distribuir agua a todas ellas, pero solamente tiene dos camiones".

Ruiz cuenta los malabares que hacen las familias para tener un poco de agua que ni siquiera es apta para el consumo: “Lo más duro es que el agua está en malas condiciones y se la toma caliente porque no tienen forma de enfriarla. Lo único que tienen es un panel solar que solo es para tener luz a la noche. Hay mucha gente que se traslada al pueblo y se lleva botellitas de hielo, pero eso no es suficiente porque muchas veces los chicos terminan tomando agua caliente”.

 

Racismo estructural

Marcelo Benítez es auxiliar bilingüe de Santa Victoria Este, localidad que pertenece al Departamento de Rivadavia. En comunicación con Cítrica, explica la realidad que viven las comunidades y desmiente a las autoridades provinciales que cada año culpan a las familias por las muertes y las enfermedades de sus niñxs: "Uno de los problemas que viven los niños wichí es que no tienen acceso a la salud porque no hay una buena comunicación con los médicos, tampoco hay una comprensión de la cultura wichí. El paciente no recibe la información que da el médico porque no lo entiende, primero porque hablan otro idioma y también por la falta de recursos alfabéticos. Hay traductores pero no están debidamente preparados. El gobierno toma gente, pero no los capacita y eso a nosotros no nos sirve."

La principal barrera de acceso en la salud es la falla en la comunicación, pero no es la única, Benítez enumera: "No hay acceso al agua potable, acá las personas toman agua de las lagunas que están contaminadas, aunque la hierven para poder consumirla igual está contaminada. El otro problema es la falta de acceso a la alimentación, la ayuda social no llega, tampoco hay alimento natural en el monte, y ya no pueden cazar. Se nos han muerto todos los animales porque el hábitat que tenían ya no existe por el desmonte. Faltan médicos y por eso no hay un seguimiento a los chicos que están enfermos. El Departamento de Rivadavia es muy amplio y la cantidad de médicos que hay es muy poca para abastecer a toda la población. Hay un racismo muy grande, el Estado no escucha a los pueblos originarios y no ve las problemáticas que viven, al no recibir atención en salud, esto es un genocidio".

Santa Victoria Este faltan médicos y por eso no hay un seguimiento a los chicos que están enfermos.

El genocidio indígena, que comenzó hace más de 200 años, continúa hasta nuestros días cuando las comunidades son negadas, olvidadas y despojadas de sus territorios y su ancestralidad. Cuando su cultura es cuestionada con argumentos racistas que tipifican sus costumbres como algo inferior, cuando la expansión agroindustrial para sembrar soja y envenenar los territorios tiene como contracara la muerte. En pleno siglo XXI, los modos de exterminio se han sofisticado, pero todavía siguen marcando la frontera entre quienes merecen vivir o morir.


 

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