Sergio Maldonado presentó en la sede de la CTA Autónoma el libro en el que reconstruye las vivencias personales y familiares desde la desaparición de su hermano Santiago hasta nuestros días, siete años después del caso que todavía sigue impune.
Son días intensos para Sergio Maldonado. El 1 de agosto se cumplieron siete años de la desaparición forzada seguida muerte de Santiago, su hermano, tal vez el caso más emblemático (junto al de Jorge Julio López) de la huella siniestra que la dictadura dejó en la democracia argentina: la desaparición física de personas con actuación del Estado.
Pero a la emocionalidad que los aniversarios despiertan en la vida cambiada de Sergio desde aquel 1 de agosto de 2017, ahora se suma otra responsabilidad tan especial como inesperada para él: es el autor de un libro. Olvidar es imposible. Santiago, mi hermano (Marea Editorial, 2025) es un diario personal y político sobre los días iniciales de búsqueda del hermano desaparecido y el posterior derrotero de un caso todavía vigente en la memoria social.
Ayer se presentó el libro en la sede de la CTA Autónoma, con la presencia de Sergio y la compañía de Hugo "Cachorro" Godoy (secretario general de la CTA-A), María José Cano (directora de Derechos Humanos de la CTA-A) y Ana María Careaga (psicoanalista y sobreviviente de la dictadura). El charango de Rolando Goldman matizó la reunión gestada por la CTA-A y la Red Federal por la Defensa de los Derechos Humanos y la Democracia.

Con diversas intervenciones desde la mesa y también del público presente, durante casi dos horas hubo tiempo para la reflexión y la memoria. Gran parte del encuentro se lo llevó el contrapunto entre dos historias de vida que tienen en común el horror y la resistencia: Ana Careaga, con su historia de sobreviviente a cuestas, y Sergio Maldonado, el militante involuntario.
Ana dijo en su primera intervención: "Toda la búsqueda de Santiago está atravesada por la inescrupulosidad del poder. El libro tiene una vigencia impresionante porque muestra lo que representó y representa la metodología de la represión en defensa de los intereses del poder y de los intereses económicos. Aparecen dos grandes cuestiones: la connivencia del poder mediático y la connivencia del Poder Judicial. Sergio desarrolla todo lo vinculado a las noticias falsas y cómo se fue construyendo el caso, y también el papel penoso de los jueces y la fiscalía".
¿Qué impacto tuvo la desaparición en la familia y en la sociedad? "Reactualizó la figura de las y los treinta mil, pero también el caso de Julio López y la desaparición en democracia", apuntó Ana. Luego comenzó un valioso ida y vuelta a partir de tramos del libro que abrían diversas puertas para encaminar la charla.
Ana Careaga: Acá es un poco un relato construido, que también sucedió durante la dictadura respecto de que los desaparecidos se habían ido, que estaban en el exterior y demás, pero además las operaciones mediáticas con nombre y apellido de algunos periodistas, como el periodista de Clarín (NdR: Claudio Andrade), que con maniobras distractivas para que ustedes que estaban por ir a un lugar fueran a otro, diciendo que había aparecido el cuerpo donde no había aparecido, o relatando todo lo que después habría de suceder con la aparición del cuerpo un mes antes.
Sergio Maldonado: Sí, y justamente especulando con eso; y no solo eso, sino que también ahí entra otro factor. Están los periodistas, pero también están los videntes, y empieza otra cuestión que tiene que ver con jugar con la desesperación de esta búsqueda. Entonces, no solamente era contra ellos, sino puertas adentro, porque yo tenía a mi vieja que la llamaban por teléfono y decían "sé donde está su hijo", que lo busque. Y entonces mi vieja un día me llama: "tenés que ir a buscarlo a la montaña". Bariloche, lleno de montañas, ¿qué montaña? Bueno, en esa desesperación, y después está en un punto enojándose, porque es como que vos no querés ir a buscarlo. No es que no querés ir a buscarlo, es que lo que te están diciendo, o sea, es tanta la desesperación, sobre todo estar a tanta distancia, a dos mil kilómetros, en una casa donde tenés las 24 horas el televisor, te llaman por teléfono, te dicen todos los días algo distinto... hasta que después le tuvimos que prohibir que atendiera el teléfono, desconectarlo.

Ana Careaga: Hay un anexo en el libro, que es de Ariel Pennisi, en base a una entrevista a Verónica Heredia, que está al final del libro, que es todo un detalle y todo un recorrido de lo que tiene que ver con los avatares de la Justicia. Vos justamente decís en el libro "no conocíamos los intrincados caminos de la Justicia", justamente para dar cuenta de todo el recorrido que tuviste que hacer. Yo digo que encontraste una abogada para la horma de tu zapato, porque los dos ahí anduvieron por todos lados. En un momento, con ironía, también está todo el recorrido de la complicidad de los jueces y la complicidad de la fiscal, que vos decís "en mi ignorancia, siempre había pensado que los fiscales acompañaban a la víctima". Y también hablás de las famosas fuentes con acceso al expediente, que muchas veces ustedes no tenían acceso o se enteraban de la información que el juez debía comunicarles a ustedes a través de estas famosas fuentes de acceso al expediente.
Sergio Maldonado: Sí, era muy... no digo cómico, pero generaba mucha bronca, generaba impunidad, porque vos veías que los abogados de Gendarmería pasaban. Estabas esperando en el juzgado de Esquel, esperando que te atendiera el juez, no te recibían. Por un lado, veías que pasaban los abogados de Gendarmería como si nada, como dueños del lugar, y eso también generaba decir "che, no nos recibís a nosotros, si recibís a todos ellos". Parecía todo una confabulación, todo un complot. Y era irme de ahí con la sensación de que el juez, la fiscal de ese momento que no tenía idea, toda la mesa esa parecía que era contra mí. Y lo más triste era no tener los argumentos, porque hoy me planto en algún lugar y hago valer mis derechos. En ese momento, no pude ingresar con Andrea, que éramos los dos en ese momento los que estábamos a mano, no tenía abogada o abogado o alguien que te asesorara en ese momento. Con lo cual también genera una cierta desigualdad, porque estás en desventaja todo el tiempo. Con el diario del lunes es más fácil, pero en ese momento... aparte, con la impunidad que se manejaban, porque en un momento el comandante Méndez, cuando dice que él se ausentó, prácticamente liberar la zona, porque tenía que ir al baño. En ese momento. ingresaron y reprimieron. Bueno, todas esas cosas que escuchás y que no tenés las herramientas para pararte frente a eso, porque te genera miedo también. Hay una autoridad ahí que no estás acostumbrado a ver. Es difícil transmitirlo en un libro por ahí, no sé si se interpretará o no, pero es esa sensación de indefensión.

Ana Careaga: Vos decías la otra vez que pudiste resignificar de alguna manera su elección de vida, como que pudiste entender retroactivamente la lucha de Santiago a partir de todo lo que generó su figura. ¿Qué podés decir de eso?
Sergio Maldonado: Sí, porque en realidad cuando él viajaba... Yo tenía como algo distinto: yo trabajaba, juntaba plata y de ahí me iba a un hotel; no iba a la casa de alguien, no me gustaba molestar. Santiago hacía todo lo contrario: se instalaba. Yo todo lo contrario, entonces, en un punto era decirle "si vos laburás y todo, ¿por qué no juntás y hacés vacaciones?". Ahí entendí que no eran vacaciones o turismo, sino era viajar y en el viajar ir conociendo gente, y me di cuenta cuando lo desaparecen cómo se empiezan a levantar en distintos lugares y me sorprendía. Lo primero que me sorprendió fue cuando sale una de las primeras fake news, me acuerdo que sale un embajador en Mendoza diciendo que Santiago había estado creo que un mes viviendo en la casa porque era amigo de la hija. Y ésa fue como una alerta, y ahí se empezaron a levantar en Mendoza, en Uruguay, en distintos lugares que Santiago había estado. Su paso no había sido de gusto... hasta el punto de que en La Plata iban a demoler una biblioteca anarquista y fueron los pibes que cortaron todo un mural que había hecho Santiago, el tamaño de una puerta de cemento, se lo llevaron, le dieron toda una laca, un proceso y eso está hoy en la Facultad de Bellas Artes. Bueno, fue toda una recuperación de pibes que yo no conocía y todos movilizados por haberlo conocido. O después salieron un montón de pibes que Santiago había tatuado. Distintas cosas, y a mí todo eso me sorprendía porque no tenía idea de por dónde había andado Santiago. Entonces, mientras yo iba a un hotel, no tenía vínculo con nadie y creía que había viajado y conocido, era al revés. Eso tal vez fue una enseñanza, y sobre todo de solidaridad, porque él era más ermitaño, y en esa cosa más abierta, de comunidad, logró llegar de otra manera. Y esa otra manera es la que después me abre las puertas a mí para que yo empiece a ir a otras casas.
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