Libertad a la vuelta de la esquina

por Estefanía Santoro
Fotos: Federico Imas
06 de octubre de 2021

En el barrio de Villa Crespo funciona Esquina Libertad, la primera cooperativa gráfica creada e integrada por personas presas, liberadas y sus familiares. Una salida laboral que traspasa los muros y las rejas y ofrece una salida colectiva frente a la violencia del sistema penitenciario.

En agosto Esquina Libertad celebró sus 11 años de trayectoria de trabajo constante. La cooperativa nació dentro del penal de Devoto y en un principio fue pensada como una herramienta destinada a personas privadas de su libertad y sus familiares, para abordar el trabajo en contexto de encierro y las dificultades de conseguir un empleo cuando son liberadas. Inspiradxs en el movimiento de desocupados y el cooperativismo, se organizaron para construir una cooperativa con –al momento de su fundación– el 80 por ciento de sus integrantes privadxs de la libertad y el resto (tres personas), familiares de lxs detenidxs. Lograron reunir el número necesario para constituir la Comisión directiva y así se convirtieron en la primera experiencia de organización de este tipo en la Ciudad de Buenos Aires

Ayelén Stroker, una de las fundadoras de la cooperativa, dice: “En mi experiencia personal, con mi compañero que estaba privado de la libertad y mi propia historia de vida, veía que no había ningún tipo de política pública para pensar la inclusión laboral después del encierro. La idea fue generar una herramienta que pudiese acompañar a otres y no solamente a quienes estábamos en ese momento”. 

Trabajan teniendo en cuenta, además, la situación y el rol de lxs familiares desde la contención y la participación porque “la pena trasciende a la familia y a veces es muy difícil sostener ciertas cuestiones”, explica Ayelén. Encontraron en el cooperativismo una modalidad de trabajo que lxs unió: “Entendimos que los principios cooperativos eran para nosotros los principios de la inclusión social, y es la forma que elegimos para pensar nuestra comunión y la inclusión, es la herramienta que queríamos para vincularnos y también para reconstruir vínculos”. 

Actualmente desarrollan diversas tareas: artes gráficas, sublimados, serigrafía, diseño. También tienen una pata editorial y otra comunicacional donde funciona una productora de contenidos certificada por el ENACOM. Encuadernación, imprenta y editorial son los principales trabajos que realizan desde su conformación. Hoy participan 80 personas, de las cuales 45 sostienen su economía con el trabajo cooperativo. 

Esquina Libertad está presente en tres centros de detención: Devoto, Complejo Penitenciario Federal 4 de Mujeres (Ezeiza) y Unidad 19 de Pre-Egreso de Varones (Ezeiza); y también realizan actividades y asesorías dentro de las cárceles del Sistema Penitenciario Bonaerense. Ayelén: “Tenemos talleres de capacitación de oficios, pero vimos que no alcanzaba sólo con eso, por esa razón armamos un circuito entre el adentro y el afuera, con talleres de formación en los penales y afuera, donde recibimos a familiares y liberades que vienen de distintas unidades penitenciarias”.

 

Desafiando los límites del encierro

Las falencias del sistema carcelario muestran que los espacios de encierro no contribuyen a mejorar las condiciones de vida de las personas, no promueven la reinserción social, no realizan un abordaje que prevenga la reincidencia de delitos, ni brindan alternativas una vez que recuperan la libertad frente a la imposibilidad de acceder a un empleo formal. Ayelén conoce esa realidad de cerca: “Estadísticamente hablando, el 60 por ciento de las personas que pasan por las cárceles reinciden. El 95 por ciento de quienes pasaron por Esquina Libertad no reincidieron. No hay políticas para la inclusión pos libertad, como tampoco las hay, en muchos casos, para la prevención y para evitar que se llegue al encierro”.

El 60% de las personas que pasan por las cárceles reinciden. El 95% de quienes pasaron por Esquina Libertad no reincidieron.

Uno de los grandes logros de la cooperativa fue conseguir la libertad de un integrante, que además es uno de los fundadores junto con Ayelén. A partir de su rol en la organización, ganó el derecho de salida laboral. Durante dos años y medio asistió a la cooperativa de lunes a viernes y volvía al penal por las noches, hasta que alcanzó la libertad asistida. Hoy es licenciado en Administración. Estudió y se recibió mientras se encontraba privado de su libertad, y ahora desempeña ese rol en Esquina Libertad, además de dar talleres de Cooperativismo en la Unidad 19 de Ezeiza. Su caso sentó jurisprudencia porque fue la primera persona que logró el derecho de salida laboral en una cooperativa de trabajo, lo que posibilita que otras personas también puedan concretarlo.

La educación dentro de los penales es una herramienta fundamental. Algunas personas acceden por primera vez a ella en la cárcel, aunque no abarca a toda la población y son los primeros espacios que suprimen las fuerzas represivas del Servicio Penitenciario. Por eso el gran desafío que tiene la cooperativa dentro de los penales es sostener espacios educativos: “No hay mayor reinserción que poder plantear espacios de educación y de trabajo, y en particular como lo entendemos nosotros desde el cooperativismo, porque es restituir un montón de derechos avasallados durante años. También apostar a las redes de la economía popular y social, mostrar que existen otras formas de consumir, de comprar y también entender qué historia hay atrás de ese producto”.

La experiencia de trabajar con personas privadas de su libertad le permitió a Ayelén conocer el universo de la población que habita las cárceles, personas en situaciones de extrema vulnerabilidad económica y social, jóvenes con causas armadas y mujeres atravesadas por la violencia machista. “Para caracterizar quienes habitan las cárceles es importante decir que el 50 por ciento de la población en contexto de encierro está en calidad de procesado, con lo cual no se conoce su culpabilidad”, explica.

El 50 por ciento de la población en contexto de encierro está en calidad de procesado, con lo cual no se conoce su culpabilidad.

Sobre las causas armadas: “Hemos visto situaciones de toda índole, ni hablar las mujeres que quedan vinculadas por cuestiones del patriarcado, presas por defenderse de sus parejas violentas. Hay un porcentaje alto de la población de mujeres en contexto de encierro por tener un vínculo con alguien qué cometió un delito”. ¿Cuál es la perspectiva que predomina en los lugares de encierro? “La cárcel es clasista, racista y patriarcal, y encierra desde esa perspectiva. Las leyes y las lecturas a la hora de la aplicación de las penas por parte de los juzgados, también tienen esa perspectiva. Por lo cual, el grueso de la población que habita las cárceles tiene que ver con cuestiones de clase, con la falta de acceso a educación y trabajo proveniente de los barrios vulnerables donde no hay oportunidades”.

"La cárcel es clasista, racista y patriarcal, y encierra desde esa perspectiva".

 

Una mirada feminista sobre la cárcel

Ayelén habla de una situación repetida entre las mujeres privadas de su libertad: “Son víctimas de una ley del narcotráfico, que lejos está de combatir realmente las redes del narcotráfico y termina agarrando el último eslabón de una cadena, que son madres de familia en situaciones desesperadas por la falta de políticas concretas para abordar esa realidad. Son ellas quienes realmente terminan sosteniendo los cuidados y lo siguen haciendo desde el encierro. Dependen del peculio, que es lo que paga el Servicio Penitenciario por las horas de trabajo, que aparte también es una herramienta que se utiliza como herramienta de represión hacia las mujeres en el encierro”.

De estas observaciones se desprende la necesidad de una reforma judicial transfeminista que tenga en cuenta la perspectiva de clase y de género. Ayelén reflexiona sobre cuál sería la base para lograr un cambio de paradigma en el sistema judicial: “Nosotros nos paramos desde una mirada antipunitivista, por lo cual entendemos que hay que pensar nuevas prácticas y otras formas de justicia para resolver los problemas sociales que habitan en nuestra sociedad. El sistema judicial, como existe hoy, sostiene todas las estructuras del status quo. Si hacemos zoom deberíamos modificar hasta la aplicación de las penas. Vale más la propiedad privada que la vida de una persona a la hora de la imputación. En cuestiones de género, lejos está el sistema judicial de resolver algo de nuestras dificultades”.

¿Cómo se expresa la emergencia penitenciaria? “El sistema penitenciario y judicial no da respuesta a los problemas sociales. No existe una lectura ni de género ni social para entender realmente cuáles son las problemáticas de la sociedad por las que las personas terminan detenidas. Hay que implementar políticas particulares para cada situación y no unificar a todos los delitos por igual. Los delitos graves solo significan el 9 por ciento de la población total de cárceles, que serían delitos como femicidios, violaciones, delitos de lesa humanidad”.

 

Construcción colectiva como base

En breve la cooperativa relanzará su línea editorial con nuevas producciones. Anteriormente participaron de la edición del libro Pabellón séptimo, de la abogada Claudia Cesaroni –editado junto a la editorial Tren en Movimiento–, que aborda el significado de restituir y reconstruir la lucha de los derechos humanos desde la experiencia del penal de Devoto, donde Esquina Libertad dio sus primeros pasos. También editaron y publicaron obras de personas que en contexto de encierro estudiaron y participaron de los talleres.

Los días en la cooperativa son de trabajo intenso, desde que inició la pandemia comenzaron a aplicar un protocolo para prevenir los contagios por Covid-19, algunos integrantes trabajaban a distancia, hoy lentamente están volviendo a la presencialidad plena. El galpón de la calle Valentín Virasoro al 1651 es la sede de la cooperativa, con sus puertas abiertas de lunes a viernes de 10 a 18 para quienes quieran acercarse.

Candela, 36 años, ingresó a trabajar en la cooperativa hace dos y se desempeña en las áreas de Soberanía alimentaria y de Cultura: “El año pasado, en conjunto con la Unión de Trabajadores de la tierra (UTT), en Esquina Libertad acompañamos las luchas para que llegue comida sana a los barrios y también a nuestro sector que es bastante olvidado por lo general; me refiero específicamente a la lucha en contexto de encierro y qué se come cuando uno está privado de su libertad”.

Al igual que sus compañerxs, Candela cree en el cooperativismo como una respuesta, otra forma de pensar el mundo: “Es una herramienta de inclusión de todas las personas que quedan por fuera de lo establecido por el sistema y es una forma de dar batalla a ese sistema que muchas veces nos excluye. La cooperativa me dio la posibilidad de pensarme como sujeto protagonista de mi vida. No es solo una unidad productiva, sino que son muchas cosas más, son compañeras y compañeros poniéndoles el cuerpo todos los días a distintas batallas. Sumarme a estas luchas me dio la posibilidad de romper con ciertas formas de ver la vida”.

Todos los jueves en Esquina Libertad realizan entregas de productos agroecológicos en coordinación con la UTT; la cooperativa, además, es parte de la Red de Comedores por una Alimentación Soberana, una iniciativa donde confluyen organizaciones sociales, barriales y vecinales que se formó de urgencia en contexto de pandemia. En el galpón reúnen donaciones de verduras y arman bolsones para entregar a los barrios, a personas liberadas, familiares y también a los penales. Saben que ante todo, y haciendo honor a su principal lema, “la salida es colectiva”.

 

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