“Hubo otros ajustes, pero ahora hay una idea de cierre de la educación pública”
por Revista Cítrica23 de abril de 2024
El docente Pablo Pineau, historiador de la Educación en Argentina, explica por qué el Gobierno de Javier Milei es un punto de inflexión para las escuelas y universidades públicas: "Nunca hemos tenido una baja tan rápida del presupuesto y además acompañado con un discurso oficial que lo estimula".
Por Pablo Pineau *
Si uno mira la serie sobre PBI e inversión educativa, al menos respecto al presupuesto, existe algún tipo de dato fiable a lo largo de la historia: fue subiendo y bajando, no fue una línea recta, pero en la generalidad, siempre tendió al incremento. Hay momentos en que avanzó, otros en que retrocedió, pero lo que estamos viviendo en estos pocos meses del Gobierno de Milei –algo inaudito, algo nuevo– es un descenso bestial. Hemos vivido otros ajustes, pero ahora estamos viviendo una idea casi de cierre de la educación pública. Nunca hemos tenido una baja tan rápida del presupuesto y además acompañado con un discurso oficial que lo estimula, lo homologa, y afirma que esto es lo correcto.
En otros momentos históricos los ajustes sobre educación se planteaban como elementos coyunturales o de ordenamiento, pero nunca se apartaban de cierto consenso social sobre que la inversión en educación, o el gasto en educación, debía aumentar continuamente.
Ahora vivimos un momento en el que pareciera que la política correcta a seguir es la disminución del gasto educativo, bajo la lógica de la privatización o mercantilización. Lo que está entrando en duda –o lo que está poniendo en duda el Gobierno– es uno de los grandes pilares del sistema educativo argentino: pensar al Estado como el gran educador. Esa idea de que solo el Estado puede garantizar el derecho a la educación. En esto no somos originales tampoco, porque pasa en otras partes del mundo.
La otra duda que se intenta instalar es otra de las características fundantes del sistema educativo argentino: el impresionante motor de ascenso social que significa. Si uno mira el vínculo que tuvo en la historia argentina la distribución del capital económico con la del capital simbólico, no encajan punto a punto. En otras palabras: la distancia entre el más rico y el más pobre en términos económicos no coincidía exactamente con la distancia entre la persona que más sabía y la que menos sabía. No había una relación directa. Había una escuela y un sistema educativo –y la universidad pública entra aquí, por supuesto, aunque mucho menos que el nivel primario o secundario– bastante más igualitario que el sistema económico.
Por esta razón fue que la educación se volvió en Argentina durante mucho tiempo un impresionante motor de ascenso social: obviamente individual, no tanto de grupo o de género, más allá de que individualmente se producía esto. Uno puede ver cómo las mujeres ingresaron, ciertos sectores ingresaron, pero nunca como grupo.
Este ascenso individual no puede nunca justificarse por acciones personales, porque en realidad son el resultado de políticas públicas. Tienen más que ver, no tanto con esfuerzos de cada uno, sino con la existencia de programas o políticas impulsadas por el Estado. Efectivamente este modelo educativo sigue funcionando hasta la actualidad como un motor de ascenso social. Puede vislumbrarse un límite, de que funciona más en clave individual que colectiva, se puede pensar que es poco, pero sin duda esto es lo que pasa.
Por el contrario, lo que uno empieza a ver es que con las políticas educativas actuales se avanza en fortalecer la idea de que la escuela debe estar segmentada –y la universidad también– en función de los públicos económicos que atienden. Si antiguamente se pensaba un sistema educativo para las masas, hoy se piensa un sistema educativo para los nichos. El actual Gobierno plantea que los pobres tienen que ir a una educación de pobres; y los ricos, a una educación de ricos. Con lo que se rompe la idea de la educación como cierto espacio común.
* Doctor en Educación (UBA). Profesor titular de la cátedra de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana (FFyL-UBA) y de la ENS Nº2 “Mariano Acosta”. Esta columna fue escrita a partir de una entrevista telefónica con el autor sobre la actual coyuntura política educativa.
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