Viaje al centro de la inmigración senegalesa

por Saverio Lanza
17 de julio de 2017

En el país hay 150 mil afrodescendientes, y de los más de diez mil africanos que viven aquí, cuatro mil llegaron desde Senegal. Historia y actualidad de una minoría negada, pero no por eso ausente.

La sangría comenzó temprano. Sesenta millones de africanos fueron esclavizados, y enviados en barcos a América. La mayoría murió en el trayecto. Llegaron con vida unos doce millones, a Río de Janeiro, Buenos Aires, Valparaíso y Montevideo. El ingreso de esclavos comenzó en 1588. Se estima que hasta 1730, habían llegado casi 18 mil africanos. El primer censo nacional de 1778, arrojó que había ciudades que tenían entre un 40 y 50 por ciento de negros. En 1810, al menos un tercio de los habitantes de Buenos Aires eran africanos o afrodescendientes. En 1816, 400 mil esclavos varones estuvieron a disposición de los ejércitos libertadores del general José de San Martín. Además, miles de mujeres, niños y ancianos formaban parte de otro ejército: los siervos explotados por el Partido Esclavista, muy poderoso entre los comerciantes, burgueses y clérigos.

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El salón de eventos del emblemático hotel Bauen fue el escenario imprevisto. Allí, centenares de senegaleses, yendo y viniendo del hall y la calle hacia el espacio santo convertido en mezquita. Cánticos en espiral, lecturas sagradas, armonías vocales cuasi hipnóticas. Un festival de paz atravesando Callao y Corrientes. Hablan francés, producto de la colonización gala. Sin embargo -en esta reunión religiosa- prevalecen dialectos tribales, se saludan tradicionalmente, se desean paz.

Senegal se independizó en junio de 1960. La superficie del país es apenas inferior a la provincia argentina de Río Negro. Fuera del salón conversan. Ala, hace 7 años que vive en Argentina. En Burzaco. Alioune Ndiaye nació en 1987. Estudió en Senegal, en la facultad de Geografía. Llegó a Argentina en 2008. Empezó a estudiar en el Instituto Argentino de Computación. Y egresó como Experto en sistemas de Gestión Administrativa en PyMEs. Ayuda en la administración de la Federación de Senegaleses en Argentina. Minutos después se suma Abdul Rahman a la charla. "Pertenecemos a una asociación religiosa musulmana de Senegal. En la Asociación de Residentes Senegaleses en Argentina me ocupo del costado social, para ayudar a la gente, y lo hago con mucho gusto", cuenta Abdul, a modo de presentación.

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Los afrodescendientes fueron el primer pueblo que sufrió un genocidio en la Argentina. Liberados de la esclavitud tras la promulgación de la Constitución Nacional de 1853, se estima que no fueron formalmente libres hasta 1861. En 1858 introdujeron las primeras ideas y doctrinas del socialismo utópico a través de publicaciones de prensa, épocas en lo que se conoció como movimiento de la Democracia Negra. ¿Qué ocurrió con este portentoso segmento poblacional? Las guerras de la Independencia, la Guerra del Paraguay, la fiebre amarilla y el mestizaje diezmaron a la comunidad. La arrasadora epidemia de 1871 aniquiló los barrios sureños de la ciudad de Buenos Aires, especialmente Montserrat, San Cristóbal y San Telmo. Por otro lado, los afroargentinos bonaerenses, esclavizados principalmente en tareas agrarias y explotación minera, fueron reclutados compulsivamente junto a los gauchos, para participar en la sangrienta guerra contra el Paraguay.

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La cultura senegalesa empezó su arribo a la Argentina en 1999. Sin embargo, el grueso llegó en 2010. Se estima que unos cuatro mil viven en Argentina. La mayoría en Capital Federal y Gran Buenos Aires. Alioune intuye que los senegaleses que llegaron a fines de los 90 "no sabían qué era Argentina, de qué iban a trabajar, y a sus amigos y parientes en Senegal no le llegaba ninguna noticia sobre sus familiares aquí". Senegal es un país de cultura emigrante desde hace varios siglos. Abandonaban su terruño por un tiempo, para viajar al continente europeo, la zona central de África, el sur de Arabia, y el oeste del continente negro. "Después empezaron a cambiar de rumbo, porque en Europa comenzaron a tener dificultades, sobretodo en Francia, con el renacimiento de los nacionalismos". "Cuando yo salí de Senegal, la primera idea que tenía era la de viajar a un país en el que pudiera seguir estudiando. Elegí Argentina por el idioma. En Senegal hablaba un poco de castellano, y cuando llegué me puse a estudiar varios cursos". Abdul remarca que la comunidad senegalesa de la que participa en Argentina es musulmana. En Senegal, más del 95% de los habitantes son musulmanes. El resto son cristianos, católicos, testigos de Jehová, "pero no hay ateos", asegura. El saludo entre musulmanes implica una entrega y recibimiento de paz y felicidad. "Es la forma en que los musulmanes nos deseamos cosas buenas, y de qué manera querernos".

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En 1887 se realizó el último censo nacional en el que se incluyó a los afrodescendientes como una categoría. El porcentaje oficial de población negra en ese entonces fue del 1,8% del total. Después se los comenzó a denominar como trigueños, un eufemismo de invisivilización. A comienzos del siglo XX llegaron unos 15 mil inmigrantes africanos provenientes de Cabo Verde. Un siglo después, el último censo nacional de 2010, arrojó que la población afrodescendiente era de unos 150 mil, lo que significa un 0,4% del total. Desde comienzos del siglo XXI, la nueva inmigración africana llegó proveniente -principalmente- desde Senegal y Nigeria. El censo de 2010 registró 2.738 personas nacidas en África. Siete años después, ese número ya llega a 10 mil.

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Abdul decidió viajar hacia Argentina porque recibió noticias sobre que "los senegaleses estaban bien aquí". "Argentina es un país abierto, que acepta a los inmigrantes y se puede trabajar tranquilos", cuenta. Alioune dice: "En África, las cuestiones económicas no están del todo bien. Senegal no es un país desarrollado, pero se puede vivir bien. Sin embargo, para mejorar las condiciones de vida, algunos decidimos salir con el objetivo de ganar algo de dinero y educarnos, volver e invertirlo, para mejorar las condiciones de nuestras familias y otros habitantes".

Este es el espíritu de muchos. Altruismo para con sus seres queridos y su tierra: abandonar su espacio natural para buscar lo que allí no se les facilita conseguir, con el objetivo de formarse, mejorar sus realidades económicas, estudiar, evolucionar, y regresar para mejorar las condiciones de su propia vida y de su entorno. "En Senegal tenemos una cultura mucho más cercana a lo que sería el socialismo. Aquí hay una cultura del capitalismo y del individualismo. Nuestra cultura es la de ayudarnos mutuamente y mejorarnos".

Sin embargo, paradójicamente, este es el motivo principal de la pobreza generalizada. ¿Cómo se explica? "Lo que tiene cada uno, lo reparte. Uno no se hace cargo por su propia cuenta, necesitamos de los otros. Tenemos la cultura de juntarnos, para poner lo que tenemos, y compartirlo".

Ala cuenta su historia. En Senegal practicaba taekwondo. Viajó a Brasil para un campeonato en 2009. Tenía un amigo de la infancia que vivía en Argentina desde 2005. Hizo contacto con él, y lo tentó. "La verdad es que soy muy curioso, me dijeron de venir, y vine. Y me gustó, en parte para aprender el idioma, para poder ganar un poco más de dinero, y ayudar económicamente a mi familia en Senegal".

Disfruta de Argentina porque "no es difícil estar, es un país muy abierto, cualquier persona puede vivir y trabajar". Sin embargo se encarga de aclarar que "ahora está un poco difícil". Alioune agrega que "en la era de Cristina se estaba mucho mejor que ahora con Macri. Es lo normal. Con Cristina había una política más dirigida al socialismo, que hacia el capitalismo. Al menos yo lo veo así. Queremos trabajar en forma ambulante sin que nos persigan, y lo estamos debatiendo entre nosotros. Lo que más cambió es cómo te trata la policía en la calle".

Alioune ama a Maradona, admira la arquitectura porteña y la educación pública. "Es el único país del mundo en el que a nivel universitario es así, y eso es algo muy especial". "Lo que no me gusta de Argentina es cómo dejan solos a los chicos de la calle, y se drogan. Es una irresponsabilidad del Gobierno".

Abdul cuenta que lo sorprendió "que aquí hay calles con nombres como Perú, o Lima, y otros países sudamericanos. Es un mensaje de integración entre los países latinos. Me gustaría que los países africanos tomaran esta costumbre". Los tres acuerdan en que a veces se sienten estigmatizados. Alioune aclara que "a veces nos piden marihuana, pero por ignorancia. No es que nos discriminan, es que no saben. El verdadero racista ni siquiera te habla, o te insulta y te dice que te vayas".

 

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