Un grito en el centro de Buenos Aires: "Evo no estás solo"

por Agustín Colombo
Fotos: Juan Pablo Barrientos
12 de noviembre de 2019

Miles de personas llenaron la Avenida Corrientes desde el Obelisco hasta el Bajo para repudiar el golpe de Estado en Bolivia y apoyar al presidente Evo Morales. Las críticas a la oposición y a Estados Unidos, la defensa con datos y una postal que se repetía: la bandera boliviana y la whipala siempre en el horizonte.

Las banderas whipalas y bolivianas flamean por la Avenida Corrientes y Juan Huacani no olvida el orgullo que sintió en septiembre, cuando vio por televisión el Quantum, el primer auto eléctrico 100% boliviano. Ese auto, ahora, puede entenderse como una síntesis de lo que ocurrió en Bolivia: símbolo de la industrialización y del cambio de paradigma que generó Evo, no podía circular en el país porque ninguno contaba con el certificado de importación que exigía la Dirección de Tránsito para circular: claro, era de industria nacional. Algo que en Bolivia --que siempre importó vehículos-- nunca había sucedido.     

Juan cuenta lo del Quantum emocionado y dice que está seguro que el golpe también es por eso: porque a los opositores no les gusta que el gobierno de Evo Morales muestre lo que los ricos pueden comprar pero nunca pueden hacer. Detrás suyo, en las puertas de la Embajada de Bolivia en Buenos Aires se improvisa un espacio entre la marea de gente para bailar y cantar. Se cantan muchas canciones, pero siempre se vuelve a la misma: “Evo no estás soooolo, no estás sooooolo”. Evo no escucha, pero después, ya por la tarde, lo agradecerá con un tuit y un video de lo que le mostraron: la enorme manifestación en el centro de Buenos Aires repudiando el golpe de Estado.  

En la puerta de la Embajada se cantan muchas canciones, pero siempre se vuelve a la misma: “Evo no estás soooolo, no estás sooooolo”.

En la Avenida Corrientes, desde la 9 de Julio hasta Leandro Alem, las columnas y las banderas de organizaciones sociales, políticas y sindicales no paran de llegar y de pasar. Por un rato, Buenos Aires se convierte en La Paz. O en El Alto. O en Cochabamba. Se venden marcianos –esas bolsitas riquísimas de fruta helada– a 50 pesos y charquis –carne seca, con papa, huevo, maíz y salsa picante– a 150. Las banderas whipalas y bolivianas siempre dominan el horizonte. Incluso las dos están allá arriba, donde un cartel anuncia lo que muchas personas ignoran: Embajada de Bolivia. Una embajada que para mucha gente pasa inadvertida: está arriba de un Banco Itaú. 

En esa embajada, la whipala representa lo que Evo validó con la reforma constitucional de 2009, al declarar a Bolivia como un Estado Plurinacional. Esa bandera, multiplicada por miles esta tarde en Buenos Aires, representa uno de los aspectos por el que la oposición boliviana diseñó y ejecutó el golpe de Estado el domingo 10. El video de policías cortando la whipala con tijeras de sus uniformes es apenas una muestra de ese odio. “Hay mucho racismo y discriminación. Quieren extinguir la cultura boliviana, a todos los indígenas. Hay 36 lenguas indígenas en Bolivia, por eso necesitamos la ayuda de toda América en apoyo a Evo”, dice Roberto Rojas González. “Estamos a la puerta de un fascismo que usa la religión para legitimarse. Todos creemos en un Dios. Y en la Biblia dice que todos tenemos que ser iguales. Pero ellos no quieren eso”, agrega Jony Fernández, con la bandera boliviana como capa.

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Cada vez que el cronista de la CNN empieza a hablar, varias personas se le acercan para criticar la participación de los Estados Unidos en esta interrupción democrática. La CNN es una vía de descarga, y eso que todavía faltaban algunas horas para que Donald Trump “aplaudiera” y celebrara la destitución de Evo Morales.

“Hay mucho racismo y discriminación. Quieren extinguir a todos los indígenas. Por eso necesitamos la ayuda de toda América en apoyo a Evo”, dice Roberto 

No hacía falta un posgrado en política internacional para darse cuenta el rol de la Casa Blanca en estas semanas. “Estamos pasando una situación muy rara, con manos oscuras del extranjero que están financiando a los grupos opositores. Es algo que no viene de ahora. Ya se venía financiando a los grupos racistas y fascistas que no respetan a la gente más humilde”, remarca Jony.

El viaje de Ivanka Trump a Jujuy hace un mes y medio y las especulaciones en torno a su verdadera misión son parte del debate entre un grupo de compañeras y compañeros. Si en 1930, en Argentina, el golpe a Hipólito Yrigoyen tuvo “olor a petróleo”, el golpe en Bolivia a Evo Morales, casi un siglo después, tiene olor a litio y a gas. Bolivia tiene el 70% del litio de todo el mundo. Estados Unidos lo sabe. El otro factor, el otro "olor", responde a intereses de la oligarquía nacional. Queda más o menos claro con un dato: José Luis Camacho, padre del líder del comité cívico y principal desestabilizador, era el dueño de Sergas, la empresa que distribuía todo el gas natural en Santa Cruz hasta que Evo la nacionalizó en 2006.

Si en 1930, en Argentina, el golpe a Yrigoyen tuvo “olor a petróleo”, el golpe a Evo, casi un siglo después, tiene olor a litio y a gas  

Los dos vértices del golpe --un golpe propio del siglo XX pero en pleno siglo XXI-- están escritos en los cárteles. “Mesa y Camacho son los responsables de tantos muertos que va a haber. Miren cómo está ahora Bolivia. Dejen tranquilo a Evo. Basta ya. Tanto dicen que son de la democracia y la biblia. Ellos no son de Dios, son capitalistas”, dice Celia.

 

La marcha se convierte en varias marchas. Algunas columnas van hacia la Cancillería, para repudiar los eufemismos y el silencio del Gobierno de Mauricio Macri. Otras se quedan en la Embajada. Y otras desmovilizan hacia el Obelisco. Entre las idas y vueltas, las banderas y los colores siguen flameando. “Hay gente en Bolivia que no tiene memoria. En estos 13 años Bolivia cambió. Económicamente nunca estuvo mejor. La pobreza bajó al mínimo histórico. Nuestro país nunca creció tanto en todo sentido. Por eso, hermano Evo, estamos firmes con vos. Sabemos que vas a regresar. Y que en vos seremos millones”, se emociona Juan Huacani.

“Hay gente que no tiene memoria. En estos 13 años Bolivia cambió. La pobreza bajó al mínimo histórico. Nuestro país nunca creció tanto en todo sentido", remarca Juan

Roberto Rojas González asegura que “nunca” dejarán de luchar. Y trae, en medio de la multitud, una frase de Tupac Katari, un caudillo aymara, hijo de un minero de Potosí, esos héroes que Carlos Mesa -a pesar de ser historiador- y Camacho siempre intentarán guardar debajo de la alfombra. Decía Katari, según Roberto: “Si nos dan un golpe, entrarán otros, pero después de eso volveremos y seremos muchos más”. Todos aquí están convencidos de eso. 

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