Un BAFICI latinoamericano y minimalista

por Pablo Bruetman
25 de abril de 2016

La edición número 18 del Festival de Cine de Buenos Aires tuvo más presencia que nunca de la Patria Grande. Los premios reconocieron a una forma de narrar con escaso diálogo e imágenes muy poderosas.

El primer BAFICI en contar con una competencia latinoamericana se transformó también tras la entrega de premios en un festival que ha rescatado temáticas tradicionales del continente y ha bregado por un estilo de cine muy claro. Y una revalorización de "Lo Nuestro". Las tres competencias más importantes fueron ganadas por películas latinoamericanas. Si bien dos de ellas -la latinoamericana y la Argentina estaban obligadas desde el inicio a premiarlas-, hubo una elección en crear la nueva competencia latinoamericana que indudablemente hará crecer y dará nuevas oportunidades al cine de la región, hubo otra elección en premiar en la competencia internacional a una película argentina y hubo una tercera elección muy clara en las decisiones del jurado al elegir como las mejores a una serie de películas con muchas similitudes entre sí. De un tipo de cine. Con mucho de aquello de pinta tu aldea y pintarás el mundo. Con mucho amor por los lugares geográficos. Y especialmente de un tipo de cine donde predominan los climas más que cualquier otra cosa. La prioridad es el clima, luego el espacio y el diálogo queda como algo secundario.

"Pienso que el diálogo pertenece a otro arte que es el teatro, pienso que el cine debe poder expresar de otra manera visualmente y a través de sonidos. También algo de diálogo pero no teatrales, no que informen demasiado, no que sean muy expresivos. Tomé la decisión de que las cosas se expresen visualmente y no verbalmente", plantó sus convicciones sobre el séptimo arte Homer Etminami en un diálogo con Cítrica, el viernes pasado, unas horas antes de que su película Inmortal se consagrara como ganadora de la competencia latinoamericana(podes leer la nota con el director acá). Sus palabras podrían identificar a su película. O a las otras ganadoras: Primero Enero de Dario Mascambroni(competencia argentina) o La larga noche de Francisco Actis de Andrea Testa y Francisco Márquez(competencia internacional).

Inmortal retrata a Cosme Peñalota, un colombiano que encuentra en las orillas del mar los cuerpos desaparecidos por la violencia en aquel país. Mezcla ficción y documental, algo que parece uno de los sellos de la región. La ficción documenta, se enriquece con realidad, improvisación y mucho del lugar donde se filma. Y al documental se le agregan los recursos de la ficción: la narración, los conflictos, los personajes. Ficción y documental se fusionan al punto de que podemos catalogar lo que estamos mirando solo como cine. Inmortal está más cerce del documental, Primero Enero más cerca de la ficción. Pero podría haber sido al revés. Se parecen en sus planos largos, en la reivindación del paisaje. Árboles, plantas, lagos, oceanos, piedras. El diálogo justo y preciso. Nunca abundante ni demasiado explicativo. La película argentina transcurre en una sierra cordobesa, a la que padre e hijo van a pasar unas vaciones. Que son las primeras con las padres separados y las últimas en ese lugar porque la casa será vendida. El padre quiere pasar tiempo con su hijo y enseñarle a su hijo las mismas cosas que su padre le enseñó a él, aunque los tiempos hayan cambiado. Una historia simple que se hace encantadora por los climas logrados entre padre e hijo.

Y a partir de los climas está la conexión más clara con La Larga noche de Francisco Actis, en la que los directores extrajeron de la novela homónima de Humberto Costantini las dudas de un hombre que se ve en la duda de ayudar a personas que serán secuestradas por la dictadura militar o si prefiere no arriesgarse para preservarse él y su familia. En la película, Francisco- en una interpretación que será elogiada todo el año de Diego Velázquez- vaga, camina, se dedice, se retracta, se equivoca, espía. Duda. Gesticula. Se expresa más con el movimiento que con el diálogo. Como decidió hacer Homer Etminami con Cosme Peñalota, como decidió hacer Dario Mascambroni con el padre y con el hijo. Un estilo de cine minimalista, a tono con el festival, bien lejano de lo comercial. Y profundamente latinoamericano.

 

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