Lo Hermida, la población más hostigada por Carabineros

por Maxi Goldschmidt
Fotos: Flor Guzzetti
05 de diciembre de 2019

Durante cinco días en Lo Hermida, una población emblemática de Peñalolén, en Santiago de Chile, helicópteros arrojaron gases contra una casa cuna, un jardín y todo un barrio fue víctima de violaciones a los derechos humanos.

Lo primero que se ve al traspasar la puerta de la Sala Cuna es un canastito de mimbre que antes sólo se usaba para el borrador y las tizas. Ahora, contiene dos pulverizadores de agua con bicarbonato.

“Nos tiraron gases lacrimógenos sin parar, incluso desde helicópteros, y tenemos a varias niñas y niños con licencia médica porque resultaron afectados. En sus casas pasó lo mismo. Y ahora tenemos que estar preparadas por si vuelve a ocurrir”, dice Doris Guerra Vega, directora y docente de la sala cuna Tripai Antu, establecimiento educativo de pedagogía Waldorf que todos los días recibe a menores desde cuatro meses a tres años.

Esta es solo una de las caras del horror que vivieron en Lo Hermida, en Peñalolén, una población en Santiago que durante cinco días fue sistemáticamente agredida por Carabineros.

Una mujer embarazada fue golpeada, arrastrada y detenida, a su madre le fracturaron el brazo y a su hermano, esquizofrénico, también le pegaron efectivos que entraron a varias casas cuando descubrieron que los estaban filmando.

En uno de los videos, y por los que ya actuó la Fiscalía, se ve a un grupo de Carabineros apaleando a un joven en el piso; en otro a efectivos sacando de su domicilio a una mujer de los pelos. Fueron filmados entre el lunes 11 y el viernes 15 de noviembre, y entregados días después como material de prueba a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que visitó el barrio y tomó testimonios. 

“Nos tiraron gases lacrimógenos sin parar, incluso desde helicópteros, y tenemos a varias niñas y niños con licencia médica porque resultaron afectados".

Levantamos una cifra de 561 heridos, mediante los centros de salud autogestionados, por eso es una cifra aproximada ya que no contempla a personas que no se atendieron con nosotros y que tampoco asistieron a centros de salud por temor a ser perseguidos por la policía”, le dice a Cítrica Millaray Castillo, vocera de la asamblea territorial Lo Hermida, un barrio histórico de resistencia a la dictadura, donde hubo decenas de desaparecidos.

Las vecinas y vecinos de esta población tienen una larga trayectoria de organización popular. Y así fue como en este marco de protestas en todo el país, decidieron realizar una toma simbólica de una viña. “Hace dos años venimos solicitando una reunión con el ministerio de Vivienda, y por eso unas 300 familias que no tenemos casa en Lo Hermida decidimos entrar al terreno, para visibilizar nuestro problema habitacional sin respuesta”. 

Ese lunes 11 de noviembre a las siete de la mañana se activó la represión de Carabineros, que en poco tiempo se transformó en una “invasión” de helicópteros, blindados y cientos de efectivos por las calles del barrio durante cinco días. Ante un Estado que si no les da la espalda, los reprime, la población decidió hacer lo que más aprendió: buscar salidas colectivas.

“Presentamos recursos de protección para la sala cuna y dos colegios. Y otro para los puntos de salud que fueron atacados. Hemos presenciado detenciones ilegales que luego no se han registrado en el libro de detenidos de la subcomisaría 43, casos de torturas, de amenazas, de apremios ilegítimos. Estamos trabajando con el INDH (Instituto Nacional de Derechos Humanos) y nos atrevemos a levantar la voz para defender los derechos de nuestros niños y adultos mayores, afectados por los gases y que en muchos casos no pueden controlar esfínteres por el estado de shock”. 

Mientras Millaray cuenta todo lo que, en un rato, durante la recorrida por el barrio, nos detallarán las víctimas, otra vecina guarda en una bolsa negra las decenas de bombas lacrimógenas, perdigones y cartuchos que exhibieron en un banco de plaza ante la CIDH y la poca prensa que llegó hasta el lugar.

Parecía la Franja de Gaza: helicópteros tirando gases, efectivos disparando, entrando a las casas, golpeando a mujeres embarazadas; una de las cuales perdió su bebé. Los vecinos organizamos centros de salud y también los gasearon y dispararon. Un vecino terminó con perdigones incrustados en su auto que funcionaba como ambulancia. Y amenazado por Carabineros. Y niños que jugaban en una plaza fueron baleados. Un menor recibió una lacrimógena en la cabeza”.

“Parecía la Franja de Gaza: helicópteros tirando gases, efectivos disparando, entrando a las casas, golpeando a mujeres embarazadas; una de las cuales perdió su bebé"

Mientras toda esta represión ocurría a pocos kilómetros del centro de Santiago, las noticias que repetía la tele era que habían intentado incendiar la subcomisaría 43. “Ni vieron acá y dicen eso, ¿cómo vamos a querer incendiarla, si adentro estaban muchos vecinos detenidos? Por qué no cuentan que no dejaban entrar ni a los abogados”, dice enojada una vecina que, como la mayoría, prefiere no dar su nombre. 

“Es que sufrimos persecuciones y constantes rondas de policías de civil, sobre todo en los centros de salud. A uno de los vecinos lo llevaron a la subcomisaría, lo liberaron sin que conste que estuvo detenido, y luego lo volvieron a interceptar carabineros que lo torturaron hasta que prometió no denunciarlos”.

-La gente gritaba “hay niños, hay gente enferma” pero no les importaba. Se metían por todos lados disparando. Tiraron bombas de gas en medio de un velorio. 

Mónica, la mamá de Cristopher Hernández, lo cuenta en la puerta de su casa. Su hijo, de 27 años, volvía de trabajar cuando recibió dos perdigones en el ojo derecho: tuvo que ser operado y estuvo cuatro días hospitalizado con un trauma ocular severo. 

“Nos apuntan a los ojos. No quieren que veamos la realidad. Pero ellos no la ven. Nosotros la vivimos todos los días. Por eso el pueblo despertó, porque no se puede seguir viviendo en estas condiciones”.

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