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Vivir mejor

La locutora, periodista y crítica literaria Gabriela Borrelli Azara asegura que el movimiento feminista está impulsando una revolución de la lengua, de nuestros cuerpos y de la relación con el mundo. "Nos mueve el deseo de vivir mejor".

Gabriela Borrelli Azara*

La única revolución en marcha. El único movimiento de masas que cumple el sueño internacionalista. No hay revolución feminista sin justicia social ni patria grande. Estas son algunas de las ideas que surgen al ver el avance del movimiento de mujeres en América. Toda la historia occidental de las revoluciones sociales (principalmente del siglo XX) invisibilizaron la opresión de las mujeres: al frente cuando era necesario, a la retaguardia en funciones de cuidado, cumpliendo trabajos supuestamente destinados a los hombres que cuando volvían del combate retomaban enviándolas a la cocina. La historia de una opresión tan antigua como constante. 

No hay revolución feminista sin justicia social ni patria grande.

Hace muy poco, un nudista conductor de radio introducía una variable interesante. Afirmaba que los hombres habían entregado su vida en el frente de las batallas de todas las guerras y que las mujeres siempre estuvieron en una condición de privilegio. Chicana que peca más de ignorancia que de malicia. Las guerras fueron sostenidas económicamente por los cuerpos de las mujeres que además de traer “soldados” al mundo, les permitían, resignando los suyos propios, expandir sus potencialidades. No es que no podamos con la guerra, es que tal vez no la queramos o pensemos otras formas de relaciones políticas. La historia contada por el varón, por el macho que piensa, además, es que la guerra es siempre el motor de la historia cuando el verdadero motor es el deseo de los pueblos a desarrollar las potencialidades de sus integrantes. Ahí hay otro punto dónde el movimiento feminista apunta: vivir mejor. Las mujeres queremos vivir mejor, por eso afirmamos y defendemos la soberanía de nuestros cuerpos y hemos construido a lo largo de los siglos una revolución civil, política, moral y personal. 

Las mujeres queremos vivir mejor, por eso afirmamos y defendemos la soberanía de nuestros cuerpos.

La revolución feminista es una revolución del deseo, del amor tal como lo hemos aprendido. Es también una revolución de la lengua y de las maneras de manejarnos en la sociedad, una revolución de nuestros cuerpos y de la relación con la naturaleza y el mundo. Una revolución de los varones y del concepto de virilidad. Un cuestionamiento de sus privilegios, una revolución de lo íntimo. Recuerdo y recomiendo un libro que fue fundamental para muchas pensando la relación entre la revolución y feminismo: La mitad del cielo. En ese libro se cuenta la experiencia de las feministas chinas en el proceso revolucionario maoísta. Lo primero a lo que atendieron esas mujeres fue al trabajo doméstico y a las relaciones afectivas amorosas que mantenían, sometidas aún en el proceso de revolución cultural. Ahí vamos, a revolucionar nuestros cuerpos, nuestro deseo, nuestra economía, nuestra sociedad. Y como revolución no vale quedarse a mitad de camino, hay que llegar hasta el final. 

*Feminista, locutora, periodista y crítica literaria