¿En serio vamos a hacerlo?

por Horacio Dall'Oglio
Fotos: Juan Pablo Barrientos
23 de octubre de 2023

Preguntas a flor de piel después de las elecciones, con la certeza de que la opción política de extrema derecha perdió fuerza pero sigue gravitando en la discusión pública y tiene mucho daño para causar todavía.

¿En serio pensamos que una vida vivible, una vida digna, una buena vida, es aquella en la que se permite la libre venta de órganos “sin intervención del Estado” para financiar la economía hogareña? ¿En serio creemos que el único impedimento para la venta de niños es solamente “una discusión filosófica”

¿En serio el “renunciamiento de la paternidad” para que un hombre elija si quiere "hacerse cargo económicamente de una criatura hasta los 18 años" es un buen proyecto de vida para quienes llegan a este mundo y necesitan del debido acompañamiento de los adultos?

¿En serio vamos a aceptar que se otorguen “vouchers” para reemplazar el derecho a la educación pública, gratuita y obligatoria por la “libre competencia entre escuelas” que hará, a su vez, más “libres” a nuestros niños y niñas, cuando ya conocemos el fracaso de este tipo de medidas en un país cercano como Chile? ¿En serio suponemos que “eliminar la obligatoriedad de la ESI en todos los niveles de enseñanza” permitirá tener infancias libres de abusos, con mayores cuidados de sus cuerpos, autónomos y responsables?

¿En serio creemos que la “libertad” es tener que pagar (actualmente) 2 millones de pesos al año para cursar un estudio superior? ¿En serio desconocemos que la libertad (en serio) es poder elegir en qué carrera alguien quiere formarse según sus propios intereses sin tener que haber dejado (literalmente) un riñón para ello? 

¿En serio vamos a admitir que se privatice el CONICET, teniendo en cuenta el retroceso que implicaría para el sistema científico argentino, para la producción de conocimiento local y el desarrollo del país? ¿En serio vamos a pasar por alto las célebres palabras del Premio Nobel argentino Bernardo Houssay cuando dijo que la “ciencia no es costosa; lo que resulta costoso es la ignorancia”?

¿En serio pensamos que sería más beneficioso para el planeta un Presidente que niegue el cambio climático, en línea con sus referentes Donald Trump y Jair Bolsonaro, porque “es otra de las mentiras del socialismo” como parte de “una agenda de marxismo cultural” y “todas esas políticas que culpan al ser humano del cambio climático son falsas”?

¿En serio vamos a convalidar el hecho de que “una empresa puede contaminar el río todo lo que quiera”, con la cantidad de conflictos medioambientales que tenemos producto del extractivismo  y la explotación de los mal llamados “recursos” naturales? ¿En serio, después de la terrible pandemia que vivimos, de la crisis sanitaria mundial y las desigualdades en el acceso a la salud que se pusieron de relieve, vamos a avalar que este derecho quede a disposición del Mercado porque “el mejor sistema de salud posible es el sistema privado, donde cada argentino pague sus servicios”?

¿En serio vamos a tener un país más seguro y tranquilo cuando se baje “la edad de imputabilidad de los menores” y se logre “la desregulación del mercado legal” para que exista la libre tenencia de armas, mientras las masacres se suceden sin poder frenarlas en un país como Estados Unidos donde esto es legal y, vaya casualidad, es el mayor ejemplo de liberalización económica? ¿En serio vamos a creer que hay “evidencia empírica”  respecto de que los “lugares donde la gente anda 'calzada' la delincuencia es menor” y que, por ello, es mejor un mundo en el que “el ciudadano de bien se pueda defender”?

¿En serio creemos que los trabajadores y las trabajadoras de este país vamos a ser más libres con una (nueva) reforma laboral que legitime la precarización, elimine las indemnizaciones por despido y las reemplace por un sistema de seguro de desempleo? ¿En serio pensamos que los trabajadores y las trabajadoras vamos estar mejor cuidados cuando se elimine el sistema de Aseguradoras de Riesgos de Trabajo (ART) y no haya a quién reclamar frente a un accidente o una enfermedad laboral?

¿En serio pensamos que “recortar el gasto del Estado en jubilaciones y pensiones” a través de una (nueva) reforma previsional y promover “un sistema de capitalización” (como las ya fracasadas AFJP) va a ser que mejore la vida de nuestros jubilados y jubiladas para que sean “más libres”?

¿En serio vamos a aceptar que para que Argentina sea “potencia mundial dentro de 35 años” es necesario hoy como país “volver a la senda del progreso”, “volver a ser el granero del mundo”, es decir, “volver a 1860” y a “la Constitución original” de 1853, cuando no existían los derechos laborales, las jornadas limitadas y las vacaciones pagas, el salario mínimo vital y móvil, la protección contra despidos arbitrarios, la estabilidad del empleado público y la organización sindical libre y democrática que establece la (actual) Constitución Nacional?

¿En serio vamos a llevar a la Presidencia, después de 40 años de democracia, a alguien que minimiza los horrores de la última dictadura cívico-militar, miente sobre la cantidad de detenidos-desaparecidos, habla del “curro de los Derechos Humanos”, insulta a las Madres de Plaza de Mayo y reproduce los discursos de los genocidas respecto de que “durante los 70 hubo una guerra”, donde a lo sumo “las Fuerzas del Estado cometieron excesos”, y no un plan sistemático y clandestino de exterminio de la población, robos de bebés y ocultamiento de los cuerpos a través del terrorismo de Estado? 

¿En serio vamos a llevar a la Vicepresidencia a alguien que aparece como el contacto del genocida Miguel Etchecolatz, que formó parte de una agrupación de jóvenes que organizaba visitas a la cárcel donde estaba el también genocida Jorge Rafael Videla y actualmente pretende retroceder estos 40 años de post-dictadura institucionalizando el negacionismo y la “Teoría de los dos demonios”?

¿En serio suponemos que la violencia simbólica que ejerce enarbolando (y prendiendo) una motosierra en sus mitines libertarios, en medio de una muchedumbre enardecida, no va a tener su correlato material cuando tenga que aplicar el “Plan Motosierra”, elimine ministerios, aplique “retiros voluntarios”, “jubilaciones anticipadas” y afecte tanto a quienes lo votaron (y celebraron) como a quienes no?

¿En serio pensamos que una nueva aplicación de políticas neoliberales no va a venir acompañada de la consiguiente represión necesaria para sostenerlas en el tiempo? ¿En serio desestimamos que corrió demasiada sangre en nuestra historia reciente para que apostemos a la vieja y conocida injustica, ahora con ropajes nuevos de “libertad”?

¿En serio creemos que la liberalización de la economía y de “todos los cepos cambiarios”, “la eliminación del Banco Central”, la privatización de empresas del Estado, la “competencia de monedas que permitan a los ciudadanos elegir el sistema monetario libremente o la dolarización” nos va convertir en seres “más libres”? 

¿En serio creemos que la pobreza es solamente un problema económico de quienes no llegan a los 2 dólares diarios de ingresos porque no sirven “a su prójimo con un bien de calidad a mejor precio”, es decir, no son los suficientemente “artífices de su propio destino”, y que la pobreza no tiene nada que ver con el problema moral, ni con la injusticia, de una sociedad que acepta en esa condición a la mitad de su población?

¿En serio vamos a apostar al suicidio colectivo porque queremos “cambiar”, cuando sus mismas propuestas son las que nos llevaron a la tragedia que vivió el país en 2001? ¿En serio no tenemos la suficiente memoria colectiva para recordar que (además) el 2001 representó un límite y una potencia colectiva inapropiable por parte de cualquier fuerza política, incluso de estos fanáticos de la propiedad privada que piden que “se vayan todos” pero se alían con la “casta” macrista?

¿En serio por el enojo legítimo que tenemos debido a todo aquello que este Gobierno en retirada no cumplió o profundizó vamos a regalarnos y marchar según la melodía de la “libertad” que este flautista de Hamelín, motosierra en mano, prepara con el fin de hundirnos directo en el río de la desesperación y la miseria? 

¿En serio vamos a aceptar que la justicia social es “una aberración”, que la única salida es la exacerbación del individualismo y exterminio del Otro, que el único juez “imparcial” es el Mercado que actúa, como si fuera Dios, de formas misteriosas a través de la “mano invisible” y el “orden espontáneo”, que lo único que podemos hacer en democracia es atarnos a una piedra y tirarnos todos juntos al fondo del mar mientras en la orilla los mismos de siempre se nos cagan de risa? 

¿En serio vamos a aceptar que todo puede ser vendido y todo puede ser comprado, que no hay nada más allá del "toma y daca", del intercambio, del negocio, de la "transa", de la lógica del mercado? ¿No será acaso que Milei, ahora asociado a Mauricio Macri, estará reduciendo las múltiples e innumerables dimensiones de la vida humana a una sola, la económica, al "homo economicus", empresario de sí mismo, como si de lo único que se tratara es de competir "libremente" con "bienes y servicios de calidad"? ¿No es esto, en sus propios términos, una falacia que toma la parte por el todo?

¿En serio por el descontento que tenemos vamos a rifar la democracia y nuestra vida, junto con la de nuestros seres queridos, a alguien que desprecia el país que pretende gobernar? ¿En serio creemos que es confiable, auténtico, veraz, sincero, alguien que se desdice de las propias propuestas que figuran en la plataforma electoral de su partido, o que él mismo presentó en su "Plan de Gobierno" y en innumerables entrevistas en diferente medios de comunicación, solo porque son piantavotos? ¿En serio vamos a entregarle el país a alguien que se dice economista pero desconoce el funcionamiento del comercio internacional; que se dice democrático y repite el discurso de los genocidas respecto a los "excesos" de la dictadura; que se dice patriota pero pisotea la memoria de los caídos en Malvinas con elogios a Margaret Thatcher?

¿No sería un buen ejercicio en este momento, cuando todavía hay quienes no definieron su voto, pensar de qué lado estarían figuras disímiles como Maradona, Alfonsín, Favaloro o Mercedes Sosa? ¿En serio pensamos que alguno de ellos aceptaría una propuesta de gobierno basada en la aniquilación del Otro o que la principal prioridad de este país es borrar del mapa a un adversario político? ¿En serio vamos a llevar a la vicepresidencia a alguien que en el reverso de su discurso de una "visión amplia de los derechos humanos" solo busca la impunidad de los genocidas y la oportunidad de borrar (aunque eso sea imposible) las huellas del horror perpetrado por el Terrorismo de Estado?

¿En serio creemos todavía que da lo mismo quién gane?

¿En serio vamos a hacerlo?

 

 

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