¿Dónde está Arshak?

por Adriana Meyer
Fotos: Hernán Vitenberg
02 de septiembre de 2021

Un policía de la Ciudad de origen armenio está desaparecido desde el 24 de febrero de 2019. En la causa participa la propia fuerza de seguridad sospechada. Un trasfondo oscuro que se metió en la campaña electoral. Las sospechas de su madre y su hermano.

“Como una casa sin paredes, así me siento”. La voz de la mujer de 58 años, madre del policía desaparecido en plena ciudad de Buenos Aires, se quiebra en llanto. “Mi hijo desapareció en medio de Caballito a las dos de la tarde, no puede ser que nadie haya visto nada”, dice Vardush Datyvian. Ella describe a su hijo menor como alguien pendiente de los detalles, que opinaba sobre la decoración y la ayudaba en algunas compras. “Me aconsejaba, siempre estaba atento, era un hijo presente”, recuerda. 

Arshak Karhanyan nació en Armenia y junto a su familia llegó a Argentina en 1997, cuando aún era niño. Egresó del Liceo Militar de San Martín igual que su hermano, estudiaba Ingeniería informática en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), vivía solo en un departamento en Caballito e integraba la Policía de la Ciudad desde 2014. Tenía 28 años cuando fue visto por última vez, el 24 de febrero de 2019 luego del mediodía. 

El 25 su hermano Tigrán Karhanyan fue a verlo, pero nadie atendió. Esperó cuarenta y ocho horas e hizo la denuncia. Fue a la misma comisaría, la vecinal 7-B, donde trabajaba Arshak y le dijeron que esperara hasta la madrugada del miércoles, el día en que volvía a servicio después de su franco; pero nunca volvió. 

Tenía amigos, vida social y proyectos, nada hace pensar que haya desaparecido por su propia voluntad. Su familia cuenta que no estaba cómodo en la Policía, sobre todo luego de que lo transfirieron al sector Exposiciones, que se encarga de los allanamientos. 

–Decían que era normal sacarlo de la calle, pero tenía que estar de guardia todas las noches, no llegaba a tiempo a sus clases de la facultad, le cambiaban los horarios y no le daban franco para los exámenes. En los últimos días estaba de mal humor, no tenía ganas de comer, yo presentía que algo malo iba a pasar.

El testimonio de Vardush fue tomado en abril por esta periodista para el libro “Desaparecer en democracia” (en breve publicará Editorial Marea). En ese momento, su deseo era “hablar con Horacio Rodríguez Larreta, nos tiene que escuchar, nadie se nos acercó ni para ver cómo estamos, no sé dónde está mi hijo ni qué pasó”. 

Crédito: Hernán Vitenberg.

Crédito: Hernán Vitenberg.

El 24 de agosto fue recibida en la Casa Rosada por el presidente Alberto Fernández, a instancias de la diputada Victoria Montenegro que sigue su caso desde el principio, y con la presencia de los ministros Sabina Frederic (Seguridad) y Martín Soria (Justicia), además del precandidato Leandro Santoro. En conferencia de prensa, los funcionarios anunciaron el aumento de la recompensa de 500 mil pesos a 5 millones, por datos sobre su paradero o su destino (las recompensas, según expertos, son un mecanismo que permite sembrar pistas falsas en este tipo de investigaciones). 

Vardush le dice a Cítrica: “El Presidente me dijo que va a ayudar con la causa, hasta ahora ayudó con los diarios, las radios, todos están escribiendo el tema de Arshak. Él quiere hacer pero no sé hasta dónde puede. Igual doy gracias”.

 

Las sospechas de su hermano

Ese 24 de febrero, Leonel Herba, compañero de Karhanyan en el área de Exposiciones, fue a verlo a su domicilio, tocó el timbre y charlaron en la vereda durante 36 minutos. Arshak entró a su hogar y luego se retiró con la placa policial, el arma reglamentaria y la tarjeta de débito, que nunca fueron halladas. No se llevó su teléfono celular. Una hora después, se lo vio en las cámaras de seguridad del cajero Link ubicado en la estación Primera Junta de la línea A, a diez cuadras de su casa; ahí retiró 2000 pesos y cambió su clave. 

Caminó hasta avenida Rivadavia y Paysandú, entró a un local Easy y compró una pala. Pagó en efectivo y se la colocó en su mochila. A partir de ese momento, no había más rastros de Arshak, pero un reciente hallazgo permitió rastrear su tarjeta Sube y verificar que tomó un colectivo.

Tigrán Karhanyan define a su hermano menor como una persona culta e informada, e incluso crítica sobre los modus operandi de la Policía. Le había contado que algunos de sus compañeros entraron a la fuerza “para robar y hacer negocios”, y que cuando estuvo en Cibercrimen le tocó revisar las cámaras del caso del crimen del fiscal Alberto Nisman. Sus superiores le indicaron que en el acta omitiera uno de los aparatos revisados, y Arshak se negó

Sin embargo, por el largo tiempo transcurrido desde entonces, su hermano no cree que ese episodio haya tenido que ver con su desaparición, y sus sospechas giran en torno a Herba. Cuenta que Arshak no solía portar su arma cuando estaba de civil, pero que esa vez se la llevó. Se inclina a pensar en que hubo “algo turbio'' vinculado con su trabajo. 

Casi como si pretendiera enviar un mensaje, el juez Alberto Baños volvió a permitir la participación de la institución policial porteña sospechada en la causa.

Tigrán dice que cada información nueva lo perturba. “La llave del misterio puede estar en el último policía que estuvo con él. Alguna participación de sus compañeros policías hubo, estoy seguro que más de uno sabe lo que pasó y se lo está guardando. Hay una sumatoria de mala praxis, por decirlo de alguna manera. Se están cuidando unos y otros, no puedo pensar en toda la institución porque eso sería una cadena interminable que no sabemos dónde nos deja parados. Prefiero pensar que son pocos por ahora, y luchar por ese lado. La idea de desaparecer en democracia, yo lo decía, no debería existir con la historia que tiene Argentina y las instituciones que se crearon en torno a esa nefasta época. Tendría que ser todo más transparente, el caso de mi hermano no es el único. A uno eso lo bajonea”. 

Tigrán intuye que su hermano integra la lista de 204 desaparecidos desde 1983 elaborada por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), en donde también figura otro policía, Lucas Muñoz, desaparecido en 2015 en Bariloche. “Si lo hubieran baleado al menos hubiéramos tenido un cierre, pero que desaparezca así de un día para otro... estaba de franco y no estaba investigando nada”, dice en diálogo con Cítrica

Crédito: Hernán Vitenberg.

Crédito: Hernán Vitenberg.

–Estuvo en un área sensible como Cibercrimen, ¿creés que va por ahí?

–No creo que sea el único lugar sensible. Todos asocian con Nisman, pero Cibercrimen fue su primer destino, su experiencia era mínima. Pasó más tiempo en Exposiciones, así como sacaban manteros de la calle hacían allanamientos en Puerto Madero, tenían acceso a bienes. 

–Ahora se sabe que se fue hacia Ezeiza.

–Se tomó un colectivo cuyo recorrido termina en Ezeiza, pero pudo haberse bajado en Liniers. Lo bueno es saber que por lo menos no fue abducido en la zona de Caballito, ahí no hubo ni una cámara que lo viera. Lo malo es que esto se descubrió hace poco. En el momento de la desaparición podrían haber recogido las imágenes de las paradas para ver dónde bajó. Ahora es demasiado tarde. La persona que encontró ese dato es un amigo de Arshak, si lo hubiesen tomado con seriedad eso lo tendría que haber hecho un equipo asignado a la búsqueda de mi hermano.

–¿Qué explicación tenés respecto de la compra de la pala?

–Es lo más confuso, no se me ocurre relacionar a mi hermano con una pala. Si alguien dijo ‘vos llevá la pala, yo llevo la pica, hay que construir algo, cavar un pozo o desenterrar algo’, tendría sentido. Pero no lo sabemos.

"Alguna participación de sus compañeros policías hubo, estoy seguro que más de uno sabe lo que pasó y se lo está guardando", dice su hermano Tigrán.

Tigrán se dedica a eventos nocturnos en boliches, tiene 32 años (Arshak cumpliría 30 el próximo 26 de octubre). Su vida se puso patas para arriba, se separó de su pareja por no tener estabilidad y estar disperso. El padre se volvió a Armenia al poco tiempo de estar en Argentina. La nueva pareja de su madre sufrió un problema grave de salud poco tiempo antes de la desaparición de Arshak.

Dice Tigrán: “Vine a los nueve años, el país estaba bien, estudié y crecí acá, me siento argentino, discuto con argentinos nativos que no valoran todo lo que tiene este país. Mis raíces y mi familia son armenias. Ambos países tienen similitudes aunque no se den cuenta”.

Crédito: Hernán Vitenberg.

Crédito: Hernán Vitenberg.

 

Oscuros pasillos de tribunales y la Rosada

El fiscal Santiago Vismara había pedido al juez de la causa, Alberto Baños, que imputara a cuatro policías porteños, entre ellos Herba, y pidiera que el caso pase al fuero federal para investigar una presunta desaparición forzada. Las declaraciones de Herba y su pareja Jazmín Soto tienen contradicciones. Trascendió que en una discusión telefónica –según publicó Página/12–, la mujer le dijo: “el que está acá en orsai porque desapareció una persona y sos el principal sospechoso, sos vos”

El dato reviste importancia porque Herba sería la última persona que vio a Arshak, y porque borró los mensajes de su teléfono, pero no es la única hipótesis de quienes siguen la investigación. Para el precandidato Santoro, no es casual que Arshak haya trabajado en la misma dependencia donde hubo un robo de 60 mil dólares y de donde dependían los espías al servicio de Mauricio Macri. “¿No se dan cuenta que ahí (en Cibercrimen) cumplía servicios Arshak?”, escribió en Twitter el postulante del Frente de Todos. 

En tanto, el 1 de septiembre Infobae reveló una escucha judicial que confirmó, a criterio de los abogados de la familia, las irregularidades en los peritajes realizados durante la investigación del caso: dos policías del área de Cibercrimen de la Policía de la Ciudad (oficiales Flores y Méndez) hablan de un informe paralelo, diferente del que presentaron a sus superiores. El contenido del teléfono celular del policía desaparecido fue borrado durante su peritaje cuando, supuestamente “por error”, le colocaron el chip de otro teléfono para intentar recuperar el backup de WhatsApp. Los oficiales dialogan sobre “el informe con las cosas que se hicieron aparte”, que “podría ventilar cosas” y ser “un arma de doble filo”.

La causa estuvo delegada en la fiscalía, pero a partir de marzo el juez Baños retomó el expediente, rechazó todos los planteos de Vismara y negó el pedido de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación de ser parte querellante. Casi como si pretendiera enviar un mensaje, hace un mes Baños volvió a permitir la participación de la institución policial porteña sospechada en la causa. Este juez se tomó medio año para aceptar a la familia como querellante y, ante la mirada de quienes investigan a la par de los Karhanyan, “de su currículum se deduce que está condicionado, se ha reunido con muchos jefes de la Policía”. 

A noviembre de 2020, eran 91 las muertes provocadas por la Policía de la Ciudad, que comenzó a operar el 1° de enero de 2017.

El abogado de la familia, Juan Kassargian, afirma que “la investigación policial arroja numerosas y serias deficiencias”, y está convencido de que “no se puede pensar que se trata de errores sino de un plan para ocultar la verdad”. El modo en que se produjeron las pruebas fue, a su criterio, indignante, al igual que las trabas permanentes a todas las medidas solicitadas. Bienvenidos al mundo de las víctimas de “violencia institucional”, eufemismo de represión estatal.

Según la ministra Frederic, el Presidente dijo “que no puede ser que en este país desaparezca una persona y no se sepa nada de ella". A su criterio, los procedimientos “llegaron muy tarde", y puntualizó que "debería haber habido un sumario interno en la Policía porteña". Su colega de Gabinete, Soria, apuntó que “el pedido del Presidente fue claro: debemos instrumentar las acciones institucionales necesarias para que comience a investigarse seriamente y se esclarezca esta desaparición forzada".

Crédito: Hernán Vitenberg.

Crédito: Hernán Vitenberg.

La visita de la madre de Arshak a la Casa Rosada puso el tema en la agenda mediática, con una ayudita de la campaña electoral. Finalmente, los funcionarios porteños tuvieron que contestar preguntas sobre el caso.

“Apenas tomé conocimiento del hecho me aboqué, se buscó recompensa, la Policía estuvo desde el minuto uno, la Justicia le dio la investigación a la Policía de la Ciudad”, respondió Diego Santilli, ex vicejefe de Gobierno porteño y precandidato a diputado nacional por la alianza Juntos en territorio bonaerense, a una pregunta del periodista Diego Schurman en el programa “Fuego Amigo” (Canal 9). 

Repitió la última frase mirando de costado. Luego se puso la mano abierta en el pecho para decir que “por supuesto es una persona que hay que encontrar, una persona que falta”. No le dio para decir “un desaparecido en la Ciudad de Buenos Aires”. Lo que Santilli omite lo ponen en evidencia las irregularidades que enturbian cualquier posibilidad de esclarecimiento:

*La fiscalía pidió preservar todas las cámaras que estaban a cinco cuadras del local Easy y de la casa del policía desaparecido, pero cuando pidieron las del día y la hora de la desaparición, la Policía de la Ciudad mandó a la fiscalía las de dos días después. En conclusión: los registros de las cámaras de seguridad más importantes no existen

*El primer rastrillaje de la Policía de la Ciudad, el más relevante, duró pocos minutos y lo hicieron con poco personal, recorrieron menos del 10 por ciento de un predio ferroviario en Flores, pero sin perros porque “se podían lastimar las patas”. 

*El peritaje sobre el celular personal de Arshak, un iPhone, fue realizado por Cibercrimen de la Policía de la Ciudad, que devolvió el teléfono con un cartel que decía ‘desactivado’ y así no se pudo saber con quién habló en los días en los que desapareció

Los investigadores judiciales no han encontrado los motivos del crimen, pero están convencidos de que se trata de algo “muy pesado”, que incluso trasciende a los uniformados. “Sino ya hubieran desplegado algunos de sus otros métodos habituales, como simular un accidente –razonan quienes aportan su tarea al expediente–. Acá no pueden, hay algo que los supera a ellos también”. 

Crédito: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires..

Crédito: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires..

 

Los bordó celestes

La Policía de la Ciudad comenzó a operar en la CABA el 1° de enero de 2017. Fue la fusión de la polémica Metropolitana con la Superintendencia de Seguridad Metropolitana de la Policía Federal. Quedó constituida como una megafuerza de 27.000 efectivos para un territorio que tiene menos de tres millones de habitantes; es decir, un policía cada 107 habitantes, casi el triple de los 300 por 100.000 que recomienda la ONU como “óptimo”. 

Opacando los 22 casos de asesinatos por gatillo fácil de su antecesora entre 2011 y 2016, a noviembre de 2020 eran 91 las muertes provocadas por la nueva Policía porteña. En sus filas hay integrantes de la Federal que están desde la Metropolitana, y otros desde la fusión. Ésa es una de las duras internas. Acaso el policía armenio haya quedado en medio de estos dos fuegos y haya chocado también contra el muro blindado del Gobierno que conducen Larreta y Santilli, a quienes la prensa durante más de dos años solía preguntar a qué hora salen a correr, pero jamás qué pasó con Arshak.

Cuando estuvo en Cibercrimen, le tocó revisar las cámaras del caso del crimen del fiscal Alberto Nisman. Sus superiores le indicaron que en el acta omitiera uno de los aparatos revisados, y Arshak se negó.

 

Otra madre que espera

“Rosita es falso, un nombre inventado que me pusieron cuando trabajaba en esa peluquería llena de gente, porque pensaron que las clientas no se iban a acordar del nombre Vardush”. La mujer, que habla un castellano entrecortado, con algunos verbos en infinitivo, es peluquera y trabajó en Llongueras y en el hotel Hyatt. 

–Ojalá se hubiera ido por sus propios medios, alguna vez me hubiera llamado. Pero pasaron más de dos años, no creo que haya sido así. Me parte el alma ver su moto nueva, me duele todo. La Policía de la Ciudad no lo cuidó, no trabaja como se debe, pensé que lo iban a buscar con más fuerza. Fui hasta el hospital Churruca a pegar unas fotos en las paredes, pero me sacaron de mala manera. Me mandaron a la parada de colectivo como si yo tuviera carteles por un gato perdido. 

La imagen de la desolación es dibujada por las palabras de Vardush. Ese día, luego de 23 años, quiso volver a su país. Se quedó, pero teme que si alguna vez aparece su hijo, ella ya no esté para verlo.
 

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