"Para las mujeres no es fácil trascender en ámbitos como el rock”

por Mariana Aquino
10 de marzo de 2017

Las Taradas celebran que empecemos a ganar las calles y el surgimiento de nuevas bandas de chicas. Reconocen que el universo del rock es machista y advierten que siempre hubo abusos.

La orquestina de señoritas, como se hacen llamar, trae a la actualidad canciones de los años 40 y 50. Cada vez que tocan, copan el escenario con letras empoderadas y un estilo alegre. Después de recorrer el país con sus instrumentos a cuestas, se lanzaron a tierras cariocas y también las conquistaron. "Latinoamérica es nuestra", dicen, entre risas. 

Dos de Las Taradas nos abren la puerta de su mundo. Lucy Patané y Natalia Gavazzo nos hablan de los boleros, el swing y el cha cha cha, las canzonetas napolitanas, la cumbia colombiana y las rancheras mexicanas. Pero lo hacen desde sus ideas, que también se fusionan: feminismo, desigualdades, autogestión, abusos de poder, arte y contradicciones.

¿Qué tan complicado es vivir de la música?

LP- Yo diría que vivo con la música, no de ella. Esa idea es un poco más amable y nos quita presión. Para hacer música tenés que ser constante y perseverante, y hacerlo bien. Yo no hago otra cosa que vivir con la música. Tardé, me costó, pero se puede. Nosotras podemos.

NG- Es difícil en este país porque la música no está vista como una profesión. Si sos música, no te gusta trabajar. En el mundo laboral hay mucha precarización, no hay beneficios sociales ni aportes. Pero no nos estamos quejando (Risas). Acá hay pasión. Eso te lleva a buscar un camino y vivir de y con la música.

LP- Es cierto que tocar en vivo es cada vez más complejo. En este último año y medio las cosas cambiaron considerablemente. Lo notás en el corte de entradas. Si la gente no tiene un mango, deja de salir. Y cada vez es menos rentable tocar. Cuando más gente llevas más complicaciones, tenés que tocar en lugares con una infraestructura carísima, donde los arreglos no nos benefician. Pero hay que buscar nuevas formas para llegar al público, ser más creativas.

-¿Qué es ser más creativas en un proyecto colectivo como el que proponen?

NG- Nos manejamos con mucha paciencia, amor y respeto entre compañeras. Entre nosotras nos escuchamos, damos lugar a las ideas ajenas y estamos dispuestas a ceder. Es un aprendizaje de humildad.Y ese es el desafío para ser creativas.

LP- Esta banda es compleja porque somos muchas y tocamos muchos instrumentos. Para mover todo eso necesitas cierta estructura, sonido y personas que te ayuden. No es una banda fácil de abordar económicamente pero lo hacemos, a pulmón.  A medida que fue creciendo la banda, logramos tocar en lugares más grandes, vino más gente y cubrimos los gastos. Siempre es una inversión, de plata y de tiempo, pero nos gusta. Después nos reunimos y tomamos las decisiones de forma colectiva y democrática. Así funcionamos.

El abuso empieza desde dejar entrar a las pibitas al camarín, o hacer bromas sobre sus cuerpos. Así empieza a ejercerse el poder que después termina en un abuso grave. Más de una vez nos han tratado de groupies por estar en un camarín.

-¿Lo que quieren transmitir, coincide con lo que el público percibe de Las Taradas?

NG-Sí y no. Hay lecturas que nos exceden. Un amigo me dijo hace poco que la agrupación feminista que él integra usaba nuestras canciones en las marchas. Ahí había una lectura super combativa que no es buscada por nosotras. Las celebramos porque estamos de acuerdo en la batalla por la igualdad de género y con explorar músicas que nos parecen olvidadas, pero a veces somos catalogadas en ideas que exceden nuestras intenciones.  

LP- De alguna manera y sin proponernoslo, le damos un mensaje a las chicas que tocan. Cada vez hay más bandas y eso nos encanta. Si Las Taradas aporta a esa cuestión, para nosotras está buenísimo. Sería bueno si marcamos un camino.  

-En algún punto, es transgresor plantarse en un escenario con una orquesta de mujeres y darle una nueva impronta a géneros musicales de otros tiempos. ¿No lo creen?

NG-Lo es porque cómo el mundo es, no porque nosotras estemos buscando tomar el poder y hacer la revolución. En el mundo, tal como está dado, llama la atención que una mujer ocupe un lugar que no sea el de objeto de deseo o entretenimiento. Por suerte, en los últimos años las mujeres empezamos a ganar la calle.

Sin dudas, en nuestro caso hay un autocuestionamiento también porque nosotras empezamos a hacernos preguntas que antes no nos hacíamos. Crecimos en un ámbito como el rock, donde son mayormente varones, y había cuestiones de camarines y groupies que naturalizábamos. Antes no nos preguntábamos nada, era normal. Y hoy nosotras mismas nos cuestionamos cosas.  

LP-Yo tocaba en un ambiente más punk y recibía comentarios torpes como ‘qué bien tocás, tocás como un chabón’.  Si tenés cierta actitud es porque sos un chabón. Está completamente ligado a lo masculino. Para las mujeres es más difícil trascender en ámbitos como el rock. Cambiar esas ideas nos va a llevar un buen tiempo más. Igual los cambios se ven en el público también.  Hace dos años tocamos con Miss Bolivia y Kumbia Queers. Vos mirabas de arriba y eran todas mujeres agitando. Antes eso no pasaba, el pogo lo hacían solo los hombres.   

Desnaturalizar los abusos

En este último tiempo se empezó a hablar de abusos en el rock y se presentaron casos puntuales como el de Cristian Aldana o las declaraciones de Gustavo Cordera, ¿Cómo ven esos movimientos en el ambiente?

LP-Fue sorprendente no haberse sorprendido. Que hayamos naturalizado tanto esas situaciones. Porque todas las vimos y en el momento nadie se sorprendía.

NG-Antes veíamos situaciones de abuso y no lo cuestionábamos tanto por haber crecido en este ambiente pero ahora yo pienso: ‘No, pará. Acá hay una desigualdad de poder en donde el que se subió al escenario tiene una responsabilidad.

¿Cómo creen que reaccionó el ambiente del rock ante tantos casos de abusos?

LP- A muchos colegas le debe dar miedo tomar una postura. Es fuerte que alguien esté preso por abuso. Es verdad que hay una actitud tibia y cola de paja pero también es cierto que desnaturalizar lleva tiempo.

NG- Lo que pasa es que no hay plena conciencia de cómo y cuándo empieza el abuso. Estos casos son extremos pero hay abuso de poder en cuestiones más cotidianas. El abuso empieza desde dejar entrar a las pibitas al camarín, o hacer bromas sobre sus cuerpos. Así empieza a ejercerse el poder que después termina en un abuso grave. Más de una vez nos han tratado de groupies por estar en un camarín. Y siempre nos generó alguna incomodidad que digan: ‘Eh, está lleno de minitas acá’. Depende de la actitud que tome el músico. Ahí se ven los pingos, depende de tu entereza y tu integridad como persona.

©2024 Revista Cítrica. Callao 360, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Crítica. Número de propiedad intelectual:5313125 - [email protected] | Tel.: 45626241