La persecución que no se detiene

por Revista Cítrica
05 de septiembre de 2017

Mateo Oviedo fue detenido en Bariloche un día antes que desaparecieran a Santiago. Ayer, lo filmaron entre varios gendarmes. Y hoy, lo quisieron llevar preso policías de Río Negro. Además, una marcha en El Bolsón “custodiada” por drones, autos con vidrios polarizados y una camioneta que casi atropella a los manifestantes.

“Soy mapuche, y como artesano trabajo en la feria de El Bolsón. El 31 de julio, en Bariloche, reclamábamos por la libertad de lonko Facundo Jones Huala cuando de pronto fuimos perseguidos y detenidos. Nos armaron una causa y el juez Gustavo Villanueva nos dio la libertad con la condición de que una vez por mes fuéramos al Escuadrón 35”, explica Mateo Oviedo, quien ayer antes de ingresar a dicho escuadrón, ya estaba siendo filmado por una gendarme desde una garita.

“Y encima cuando entramos había cuatro o cinco cámaras. Y al rato, un par de gendarmes también nos empezaron a filmar con sus celulares. Sólo teníamos que poner la firma e irnos, pero nos hicieron esperar. Estaba a cargo el Comandante General Luis Lagger. La idea era hacernos sentir incómodos todo el tiempo. La persecución no se detiene un segundo. No les alcanza con haber desaparecido a Santiago ni con la prisión ilegal al lonko, nos siguen persiguiendo sistemáticamente”, denuncia Mateo Oviedo, quien además de presentarse una vez por mes ante la Gendarmería tiene que avisar si llega a ausentarse de su hogar por más de 72 horas.

Lejos de tener un martes más tranquilo, después de empezar la semana así, hoy Mateo nuevamente fue hostigado por efectivos. Esta vez de la policía de Río Negro.

Minutos antes de que empiece la marcha que, desde la desaparición forzada de Santiago, se hace todos los martes en El Bolsón, Mateo se había encontrado con unos amigos. Estaban a menos de cien metros de donde comenzaba la movilización, en la plaza Pagano, cuando de pronto apareció un móvil de la policía.

“Se acercan dos policías. Uno se presentó como el oficial Ortiz y dijo que me habían denunciado. Le pregunté quién me había denunciado y de qué me acusaban. Y me respondió: ‘Se va a enterar en la comisaría’. Sin ningún tipo de testigo y de mala manera, comenzaron a revisarme la mochila. Enseguida llegó otro patrullero”.

Eran seis los policías que rodeaban a Mateo cuando llegaron, corriendo, muchas de las personas que estaban por empezar a marchar. Entre ellas, una integrante de la APDH que al hablar con el oficial Ortiz recibió otra respuesta: “Sólo es una operación de rutina. El señor ya se puede retirar”.

La persecución continuó durante la movilización. A poco de llegar a uno de los casinos de Gendarmería, un drone comenzó a filmar desde las alturas y dos autos blancos con vidrios polarizados seguían de cerca la marcha. “Y sobre el final, una camioneta Hilux gris casi atropella a algunos de los manifestantes. Llegamos a ver la patente: INR 983”, apunta Mateo, quien agrega: “Gendarmería nos está marcando todo el tiempo. Hay una impunidad muy grande. Quieren inculcarnos el miedo, que nos callemos, que dejemos de movilizarnos, que dejemos de luchar. Pero no lo lograrán”.

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