Cuchillazo al corazón de la Pachamama

por Saverio Lanza
16 de agosto de 2017

En Malargüe, Mendoza, tanto organizaciones de pueblos originarios como ambientalistas intentan resistir al fracking, el sistema que empresas petrolíferas de perforación terrestre buscan instalar en cuatro predios de la región, a pocos kilómetros de zonas densamente pobladas.

Se oponen -en genuino reclamo- a que se les profanen sus tierras ancestrales, sin embargo son estigmatizados como guerrilleros o terroristas. Advierten sobre los daños irreversibles de la práctica sanguinaria de mega megaminería, pero son catalogados como antiprogresistas. ¿Qué sucedería con los practicantes del catolicismo si -de un día para el otro- el Gobierno decidiese profanar –por ejemplo- el cementerio de la Chacarita, para llevar a cabo -en esos terrenos- un afanoso proyecto inmobiliario? Seguramente, guerrilleros antiprogresistas, crucifijos en mano, cortarían la Avenida Corrientes en tono de protesta ante semejante acto de insensibilidad humana.

Pero con los mapuches no. "Ellos están lejos, allá, no sé por dónde", dicen algunos. "Ni siquiera son argentinos, son chilenos que usurparon la Patagonia", espetan otros. Las voces xenófobas y racistas se multiplican. No por ser muchas, quizá, sino por repetidas hasta el hastío, a través de los medios hegemónicos de desinformación.

Los mapuches luchan por sus territorios sagrados, por su cultura, por su liberación ante la opresión del sistema occidental que les fue impuesto, por su autonomía basada en la preexistencia, por contarles a los blancos que hubo otra historia, que ellos se enteraron que existía algo llamado Argentina allá por 1910, un centenar de años después de la decisión unilateral del Estado colonizador criollo, de lo que se conoció como Revolución de Mayo, y posteriores al genocidio originario encabezado por Julio Argentino Roca, bajo el eufemismo de "Conquista del Desierto".

Estados Unidos supo instalar el concepto del terrorismo a nivel mundial, excusa mediante la cual logró atacar impunemente determinados territorios, de los cuales -tras invadirlos militarmente- los acometió de empresas petroleras, con el objetivo final de saquear el crudo. Ahora, en Argentina, a los mapuches se los están tildando de terroristas. Curiosidades no tan curiosas, semánticas peligrosas.

Pero las luchas no se acaban allí. Tratan de resguardarse, y de advertir a todo ser humano que desee saber, sobre los embates dañinos e irreversibles de la megaminería contaminante, de los agrotóxicos de Monsanto y Bayer, de la gravedad del tratamiento intensivo y desenfrenado de las tierras plausibles de ser sembradas.

Y ahora, en la coyuntura de lo inmediato, buscan liberar al Lonko Facundo Jones Huala, injustamente encarcelado, quien denunció que en Lof Cushamen se violan "todo tipo de derechos humanos por parte del Estado";  tratan de parar la instalación de plantas nucleares chinas; intentan esclarecer la desaparición de Santiago Maldonado, y las desapariciones de "otros tantos hermanos" que sus comunidades han denunciado, pero que no fueron acogidas por ninguna Justicia. No existe tal cosa para los Originarios. Basta con solamente citar el caso de Huala. El gobernador de Chubut, Mario Das Neves, exigió  la renuncia del juez Federal de Esquel, Guido Otranto, por declarar la nulidad del proceso contra la autoridad mapuche, quien enfrentó un pedido de extradición por parte del gobierno chileno, conducido por la pseudo progresista Michele Bachelet.

La medida judicial de Otranto fue fundamentada en las "graves violaciones a las garantías constitucionales penales" del imputado, y la "normativa vigente de derechos humanos". Ante lo cual Das Neves abrió su canal de furia, expresando conceptos racistas, estigmatizantes, responsabilizando a la comunidad originaria de varios delitos no probados, e instando al resto de la población a tomar acciones contra la decisión del mencionado juez.

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Sin embargo, como si todo este bagage de luchas y angustias diarias fuese poco, por el patio trasero desfila una manada de enormes elefantes. Hacen ruido, pero no tienen repercusión en los medios centralizados que filtran la información. Perforan y matan con más efectividad que las balas, pero no son responsabilizados por esos magnicidios contra la naturaleza. Se trata -nada menos- de un manojo de empresas que -montadas a los paquidermos- practican la fracturación hidráulica de la corteza terrestre en busca de combustibles fósiles. Una actividad de ingeniería agresiva conocida como Fracking.

¿Exagerado? La técnica consiste en la perforación de un pozo vertical u horizontal, entubado y cementado, a más de 25 cuadras de profundidad. Es decir, que cabe imaginar un literal "cuchillazo a la Tierra" que tendría una extensión aproximadamente algo menor a la distancia que existe entre Retiro y Constitución.

Sin embargo, no solamente incurre la perforación en sí, sino el uso desmesuradísimo de agua dulce, potable. Un recurso natural genuino, finito, y no renovable. El agua se inyecta a través de un mecanismo a alta presión, de modo que supere la resistencia de la roca y abra una fractura (fracking) en la corteza terrestre. El agua es mezclada con varios productos químicos (estudios afirman que la cantidad de estos productos varía entre 12 y 250 tipos de fluidos, muchos de ellos cancerígenos) que contaminan las napas en forma cuasi permanente. ¿El objetivo? Conseguir gas o petróleo, en detrimento de la contaminación de los acuíferos -que a su vez destruyen irrecuperablemente flora y fauna autóctona-, proliferación de metales pesados y radiactivos, contaminación atmosférica, sonora, migración de nubes de gases tóxicos a través del viento, lo cual provoca multiplicidad de enfermedades terminales en las poblaciones.

El fracking no es nuevo. Data de 1930, en Estados Unidos, cuando se utilizaba nitroglicerina. Luego, la práctica avanzó hacia el uso de ácidos, hasta que en 1949, la Standard Oil formalizó el sistema utilizando agua. Cuando se hace referencia ordinaria al imperio del norte, se suele mencionar a la costa este (fundamentalmente New York y Washington), y a la costa oeste (California). Sin embargo, existe una enorme franja central. Y es allí donde las empresas norteamericanas han instalado -desde mediados del siglo pasado hasta 2015- la friolera de 300 mil pozos de fracking activos, generalmente en zonas habitadas por Originarios, como lo que derivó en la rebelión Sioux contra un oleoducto en septiembre de 2016.

Por estas pampas, el escenario es igualmente desalentador.  La emisora de Radio Nacional de Malargüe emite -sin ton ni son- un comunicado en forma cíclica. Literalmente exhorta: "¿Querés saber cómo se beneficia y potencia la productividad de la industria petrolera que en Malargüe aporta al bienestar de miles de familia? Expondremos públicamente  con fundamentos nuestra posición y explotación petrolera exitosa en defensa del recurso de todos los malargüeños. Desafiamos a los ambientalistas que se oponen, queremos que se repita otra vez el desarrollo petrolero que supo tener Malargüe como sustento económico y social. Eliminaremos públicamente un temor infundado y lo haremos con nuestras experiencias probadas, demostrando que estas prácticas normales mejoran la productividad petrolera y no representan una amenaza al medioambiente y a la población. Invitamos a este debate público e informativo a los ambientalistas para que conozcan en profundidad el tema de producción por estimulación hidráulica". El audio indica que se trata de una invitación del Sindicato Personal Jerárquico y Profesional del Petróleo, Gas Privado y Químicos de Cuyo y La Rioja.

En medio de actos públicos donde la organización Identidad Territorial Malalweche y las comunidades Mapuche pu lof che en conflicto, convocaron a la multisectorial por las demandas de reconocimiento y aplicación del derecho de los pueblos originarios, ante el desconocimiento y violación del Derecho Indígena vigente a nivel nacional e internacional, el fracking avanza.

Mientras en junio de este año, se firmó un Documento final de Acuerdos y propuestas para una Agenda del Pueblos Originarios en Mendoza en el marco del  "1° Encuentro provincial de Comunidades de Pueblos Originarios e instituciones públicas en Mendoza", en Wentota Territorio Ancestral Pueblo Nación Originario Warpe, el fracking avanza.

Por detrás de la denuncia de que el Estado provincial mendocino y sus gobiernos -desde hace más de 140 años-, continúa reproduciendo y ejerciendo en forma colonial y negacionista acciones de desconocimiento de los Derechos Indígenas reconocidos internacionalmente y con rango constitucional por el Estado Argentino, el fracking avanza.

En tanto los pueblos originarios luchan por hacer prevalecer la ley 23.302, que solucionaría los problemas territoriales, y que creó el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), declarando de interés nacional la atención y apoyo a los aborígenes y a las comunidades indígenas, el fracking avanza.

"Sólo queremos vivir en paz, como siempre lo han querido nuestros ancestros. Hemos querido hacer las cosas bien, pero le ley winka (la del colonizador) se hizo para el despojo y la reducción territorial, para vivir como extranjeros en nuestra propia tierra. Ya no vamos a recular más. Estas son nuestras rucas, nuestras casas, aquí vivimos con nuestras familias. La codicia y la mezquindad de gente poderosa mueve intereses, y presiona jueces y fiscales para cumplir con sus caprichos y deseos, intentando -una y otra vez- sacarnos de acá. Pero seguiremos resistiendo, para vivir como siempre hemos querido. Vivir en nuestros territorios ancestrales". Así, sencillamente, se expresó la Organización Identidad Territorial Malalweche.

Verónica Garro, miembro de la comunidad mapuche Suyai Leufu, Valle de los Molles, paraje que está ubicado a 180 kilómetros de San Rafael, Mendoza, denunció que quieren desalojarla de esas tierras ancestrales, allí, donde ella vive, y también vivieron sus antepasados. "Es Nélida Lombardi de Luchesi, ex jueza mendocina, quien intenta quedarse con nuestra ruca, lo único que tenemos".

Por su parte, Gabriel Jofré, Werkén (vocero) de la organización, explica que existe una "intencionalidad de ciertos jueces y fiscales de violentar derechos reconocidos en la ley 26.160, la cual suspende los desalojos y no está siendo aplicada como corresponde; somos 27 las comunidades mapuche pehuenche malalweche que estamos en peligro". Y por detrás de estas cuestiones, el fracking avanza. Y Jofré lo sabe, y lo denuncia.

"Están queriendo avanzar por todos lados. En Malalwe (N. de la R.: localidad conocida occidentalmente por la denominación colonizadora de Malargüe, en Mendoza) han iniciado cuatro pozos con fracking, a unos pocos kilómetros de la ciudad, y cerca de varias comunidades. Es increíble, saben lo  que hacen. También hemos observado agentes de inteligencia y tropas por toda la Cordillera. Se pone cada vez más duro", dice Jofré. "Ellos (por el Gobierno Nacional) creen que nos han exterminado, y no es así. Nos recluimos para preservarnos ante tanta violencia, durante tantos años, y por eso es que hemos decidido la metodología de salir a reclamar por lo que es nuestro, desde tiempos ancestrales. Lo que han hecho en Chubut con Santiago Maldonado es como una punta de lanza, con el espíritu manifiesto por parte del Gobierno de aleccionarnos, y de comunicar claramente que eso le puede pasar a cualquiera en cualquier lugar, lo cual es un hecho muy grave para la democracia", agregó.

Según las comunidades, la presencia del ejército se hizo evidente desde enero de 2017. Comenzaron prácticas en la zona, bajo la consigna de un -literal- "nacionalismo patriótico". "Agentes no activos de la ex SIDE, hoy están operando aquí, y a cara descubierta. Tememos a los días posteriores a las elecciones, no por miedo en sí, sino por los posibles ataques que podamos sufrir, y la censura que poseen al manejar el poder mediático. Sin embargo, aquello que más me preocupa es lo increíblemente difícil que es el horizonte inmediato del fracking en Mendoza", aseguró Jofré.

Y no es para menos la preocupación del Werkén. Es que, mediante la resolución 813, el gobierno provincial conducido por el radical del Frente Cambia Mendoza, Alfredo Cornejo, autorizó -por primera vez y entre gallos y medianoches- la explotación hidrocarburífera mediante la fractura hidráulica, sin estudios de impacto ambiental ni audiencia pública. El principal escenario de esta actividad es el que se realiza en el yacimiento de Vaca Muerta, que tiene su epicentro en Neuquén, pero que alcanza además a zonas en Mendoza, La Pampa y Río Negro. En definitiva, Malargüe se convirtió en el escenario de cuatro pozos, donde se realizarán sendas fracturas hidráulicas, en manos de la empresa petrolera El Trébol, fusionada con la empresa Andes, a su vez creadora de Phoenix, y así se suceden las capas de la mamushka.

Cabe resaltar que el mecanismo utilizado por el fracking está prohibido en numerosos países. Sin embargo, la lógica capitalista de explotar el recurso, enriquecerse y después irse, dejando a destrucción del suelo y del agua, es un clásico que impera en varios rincones del Planeta.  Fue así que el miércoles 9 de agosto, misturado con el reclamo por la aparición con vida del joven Santiago MaldonadoMalargüe pobló las calles de manifestantes, bajo la consigna "Libre de Fracking, apoyando a Río Negro en su lucha y haciéndonos cargo de la nuestra". "Lo que la policía hace con esta gente es terrorismo de Estado", dijo Jofré ante la desaparición de Maldonado y la persecución a los pueblos originarios.

Son 400 las comunidades mapuches en el sur argentino. Entre originarios y mestizos, se estima que alcanzan a los dos millones de habitantes, un 5% de la población nacional. "Si el Estado argentino no ha sabido sanear una técnica de extracción convencional, qué podemos esperar de la técnica del fracking, una metodología mucho más cuestionada que la que se venía aplicando con los combustibles convencionales", explica Jofré.  

En tanto, las Autoridades Originarias del Pueblo Nación Mapuche de Neuquén y del Pueblo Mapuche Chewelche de Río Negro, realizaron un Qoyawtun, reunión de análisis y definición, sobre el nivel de violencia y criminalización contra el pueblo nación mapuche, desatado por el Gobierno, a través de la fuerza represora de Gendarmería Nacional. "Nos convocamos en Junín de los Andes (Newken) las autoridades de las zonales Xawvnko, Wijice, Pewence y Lafkence de la Confederación Mapuche de Neuquén y las autoridades de la Coordinadora del Parlamento Mapuche Chewelche en Río Negro y Consejero Mapuche (CODECI). Analizamos, además de la violencia racial desatada por el Estado, las manifestaciones y acción del movimiento denominado “Resistencia Ancestral Mapuche - RAM”. Pero lo que centró nuestro análisis fue el acontecimiento más grave e inesperado ocurrido en estos tiempos, tal el caso de la desaparición del compañero solidario Santiago Maldonado".

"Sólo el odio racial desatado contra los mapuches, ha hecho posible semejante aberración contra la condición humana", expresaron. En un comunicado al respecto, exigieron la aparición con vida de Santiago; repudiaron el accionar de Gendarmería Nacional, "que es utilizado como fuerza de represión contra el propio pueblo que dice defender"; condenaron la manera "artera" como el "poder mediático empresarial crea estigmas, rótulos, prejuicios y promueve el odio racial contra el pueblo nación mapuche"; exigieron la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien "desde que asumió ha promovido la violencia como método para resolver la demanda social y el ejercicio del derecho"; y denunciaron y responsabilizaron al presidente Mauricio Macri sobre "las consecuencias graves que generará esta persecución al Pueblo Mapuche, sin medir que estamos ante posibles actos irreparables de pérdida de vidas humanas".

Años y años de resistencia, ancestral, "desde el principio de los tiempos, los engaños, la manipulación, los hostigamientos por parte del Estado y sectores privados; y las persecuciones". Todo forma parte del pasado, presente y futuro inmediato del pueblo mapuche. Esto queda claramente expresado en el comunicado publicado por las Comunidades Mapuche Tehuelche: "Nuestros papay; lonkos; pillan kushe; kuifikecheyem fueron impunemente avasallados y, desde entonces, se ha persistido en quitarnos toda posibilidad de autodeterminar nuestras vidas comunitarias. Hoy, cuando la historia da testimonio de que somos lo que el genocidio del Estado dejó, nuestras memorias nos cuentan cómo sobrevivimos y por qué aún estamos vivos. Entonces, porque esto ya nos pasó, es que hoy estamos con la familia de Santiago, los acompañamos y nos solidarizamos con ellos".

Exactamente como dijo Jofré. Coyunturalmente "están queriendo avanzar por todos lados". Y detrás de todos los lados, los elefantes del fracking, aún siendo ruidosos, avanzan silenciados por la multicomplicidad Gubernamental-Empresarial-Mediática. Una historia que se repite perversamente.  

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