Ayelén tampoco pudo votar

por Revista Cítrica
16 de agosto de 2017

Bajo las tribunas del Lawn Tennis de Tucumán -el sábado previo a las PASO- asesinaron a Ayelén Gómez. Los medios locales abordaron su travesticidio, una vez más, sin respetar su identidad de género.

La asfixiaron. A Ayelén Gómez la privaron del aire y la mataron el sábado 12, el previo a las PASO. Tenía 31 años: casi supera la expectativa de vida de las personas trans, que apenas araña los treinta y pico. Los motivos son variados y dolorosos porque a pesar de varias leyes sancionadas, se les impide acceder a la salud, a la educación, a un laburo formal. Y se las violenta tanto que su existencia termina antes, víctimas de un travesticidio. “La policía le dijo a la mamá y a las hermanas que esperen. Los medios, desde el fin de semana, hablan del tema y nos presentan como sinónimo de lo malo, de lo oscuro. Estigmatizan, dicen que si nos pasa los que nos pasa es nuestra culpa”. Mahia, ex compañera de estudios de la joven asesinada, analiza el caso. Juntas cursaron en el Bachillerato Popular Mocha Celis, cuando las dos vinieron de su tierra natal hasta la Ciudad de Buenos Aires.

Ayelén era oriunda de Ranchillos, una comuna que queda a 24 kilómetros de la capital provincial. Mahia la recuerda como “una súper copada”. Se indigna, tal como cada vez que ocurre, que La Gaceta de Tucumán no haya respetado la identidad de la mujer trans asesinada hace apenas tres días en San Miguel de Tucumán, la misma ciudad en que el 19 de abril de 2012 fue detenida y atacada sexualmente por policías de la seccional segunda. “El sábado dicen encontraron muerta a una persona en el Lawn Tennis pero más que por el hecho, porque el lugar y porque ese día había un partido de rugby. Cambiaron varias veces la redacción”, recuerda. Fue su mamá la que la reconoció: estaba golpeada. “Ella le tenía un gran cariño a su madre”, nos dice su compañera del Mocha Celis. La lloran, las dos la lloran. Sus hermanas y compañeras también. Todas lloriqueamos ahora. 

Si bien hay varias hipótesis sobre el travesticidio, para Mahia “detrás de esto hay otra cosa”. Conoce bien el paño: ella también volvió hace poco a Tucumán, desde donde partió a Buenos Aires para vivir una década. “Hace dos años que vivo acá, fue como empezar de cero, de nuevo. Antes de venir escuchaba cosas feas que pasaban acá. Cuando llegué de nuevo me tocó salir de nuevo a ejercer la prostitución y fue horrible. Estábamos paradas, pasaba un grupo de moto y nos llovían los naranjazos. Si nos robaban, ibas a llamar al patrullero y se nos cagaban de risa en la cara. La sociedad no está acostumbrada a que seamos personas”, entra en detalle.

“Sin mujeres trans no hay Ni una menos”, advierten desde el Centro Educativo Trans de Puertas Abiertas (Cetrans) de Tucumán, en donde cuentan que Ayelén era “una mujer que venía huyendo desde Buenos Aires de diversas formas de violencia” y que pretendía estudiar allí. No llegó a hacerlo. La lloran, ella duele tanto como lastima la invisibilización de las agresiones que sufren mujeres, lesbianas, trans, negrxs: ¿qué pasa que sus vidas se estigmatizan y sus muertes se tapan?

“Estamos hartas de la naturalización de la violencia contra nosotras porque el caso de Ayelén es representativo de lo que sufrimos a diario las personas trans en esta sociedad por falta de acceso a las políticas públicas y al ejercicio pleno de nuestro derechos. El Estado aún nos sigue invisibilizando y estigmatizando desde diversos espacios, fundamentalmente, la policía, los medios de comunicación masivos y el sistema de salud”, gritan desde el Centrans, desde donde se organiza a la marcha, que esperan concurrida, del jueves 17 de agosto.

Será contra todos los transfemicidios, travesticidios y la violencia en contra de las personas trans. Concentrarán a las 5 de la tarde en ese centro educativo (Brígido Terán 320, Tucumán) para bordear el Parque 9 de Julio, cerca de donde asesinaron a Ayelén, y terminar en la Plaza Independencia. Marchan por su autonomía, su libertad. Acá también, en la Ciudad de Buenos Aires habrá acción: después de darle vueltas a la Plaza de Mayo junto a las Madres, se realizará una vigilia trans, hartas de terminar de enjuagarse las lágrimas para llorar a lágrima viva a otra más. Y otra más. Y otra.

El tiempo de la revolución es ahora

“No estamos solas, tenemos que luchar porque nos matan y se excusan. Hay complicidad del Estado, por parte de la policía”, cierra Mahia. Aclara que en la marcha que se realizará en la tarde del jueves andarán por las calles vestidas de negro, con sus rostros tapados porque la violencia las intimida cada día, cada hora, cada paso; pero que quieren andar, hacerlo libres.

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